Síguenos en:

Facebook

Twitter

Youtube

Livestream

Hemeroteca (1912-1989)

Hemeroteca (2002-2005)

Fundación "Aguilar y Eslava"

Fundado en 1912  |  AÑO 112º  |  DIARIO DIGITAL  |  I.S.S.N.: 1695-6834

Buscar con en laopiniondecabra.com

1912-2012: cien años de sinceridad e independencia

laopiniondecabra.com

viernes, 29 de marzo de 2024 - 11:20 h

A propósito de una foto de...

Antonio R. Jiménez-Montes

Las primeras estudiantes d...

Mariana Martos

El 21 de enero de 1873, Ju...

Antonio Ramón Jiménez Mont...

Y aquí me encuentro, de nuevo, viendo la vida de mi barrio pasar.

11.06.17 - Escrito por: Maria Jesús Ballesteros Luque

Traemos a nuestras páginas el pregón que pronunció la periodista egabrense Maria Jesús Ballesteros Luque en las pasadas fiestas medievales del Barrio de la Villa. Preciosas y sentidas palabras de nuestra buena amiga que desde su actual destino siempre tiene presente a Cabra y a su barrio de la Villa.

Mi vista recorre el serpentín de unos adoquines en cuesta. Chocan mis atisbos con palmeras altas que acarician las manecillas de un reloj ahora mudo. Me paro a contarlas. Una, dos y tres en este parterre. Cinco más abajo dan la bienvenida a mi barrio, a mi Villa, a la de Cabra. Las flores alegran la tarde al mismo grupo de vecinas que un día más salen de sus casas a tomar el fresco. Inmutables. Perennes. De siempre. Son parte del paisaje, vigías del trascurrir barriero.

Lo son ellas y el chas-chas-chas de sus abanicos en el pecho; los medallones con nuestra Virgen; sus bambos de flores; y los monederos de cuero negro con duros, pesetas y llaves; las zapatillas de paño. Junto a ellas, en la atalaya que conforman los balconcillos de caliza y granito, soy una espectadora más.
Esta posición privilegiada me da para narrar cómo suben brincando por las escalerillas una pandilla de chavales. Veo a un vecino refrescando el gaznate, previsor ante la cuesta que le queda por delante. Una rotonda abajo que ha mutado porque le han puesto una farola. El asilito de ancianos lo acaban de reconvertir en pisos. Seguro que le dará más vistosidad a una Plaza Vieja que mantiene la solera de un pilón impoluto, blanco y azul, bastión de veladores entre los que se mueven rápido los Tobalos.

Mientras, suena una moto viejecilla. De momento, solo se introduce en el aire su motor pero el mío, mi corazón, ya pega un salto a la espera de una vuelta por las calles de mi barrio. Y sortea palmeras, adoquines, chavales, vecino y mujeres plantando su galope junto a mí. Quitándose el casco, saluda a una de las mujeres, a la suya, a Anita. Y con un beso invita a su nieta a la grupa de una jaca de metal y gasolina con la que galopar las calles de la Villa. Muéstrame pues ahora el barrio como lo hacías en aquella tarde de verano.

SALUDOS
Ilustrísimo señor alcalde, delegado de Feria y Fiestas, representantes de la Asociación de Vecinos del Barrio de la Villa, reina, damas y vecinos todos,

En el quinto mes del año, Cabra retoma a sus orígenes al compás de los crótalos, panderos y flautas para transportarse a una época pasada. Los quehaceres diarios se entrelazan con el olor de carne a la brasa; quesos añejos y chacinas con solera conviven con las manos del artesano; se cincela el metal en zarcillos, pulseras, gargantillas; ha llegado el alfarero, el maderero, el confitero de antaño y el curtidor de pieles; el esoterista cuelga cachivaches atrapasueños, lámparas arábicas y espejos; hay cestas de mimbre con tés de cientos de sabores para saber a qué sabían los morunos; especies orientales lejanas y jabones entremezclados con el aroma a inciensos y pachuli; una bailarina se contonea al son contagioso de las mil y una noches mientras los siete pañuelos prendidos de sus caderas embelesan a cualquiera que la mira; dos caballeros blanden sus espadas en duelo por bellas damas, que bien serían las que tengo a mis espaldas coronada Marta, Ángela y mi querida Alba; quitan hierro a sus armas los bufones de la corte; y los cetreros lanzan al cielo de la ciudad los plumajes más vibrantes de los halcones.

Entre las jaimas del pasado que han brotado en el barrio del presente, dos torreones lucen más dorados que nunca. Se saben invitados especiales, parte de un decorado infinito que cobra ahora más raigambre que nunca. Reclaman la atención del egabrense, tan familiarizado con el enclave, tan interiorizado eso que llamo el skyline silueteante de la Villa, que deja prendido al viandante. Ahí, ahí se alzan las piedras árabes sobre cimientos romanos. Más de diez siglos de fortaleza sobre el mayor montículo habitable de Cabra.
El Castillo de nuestro pueblo vigila expectante un cruce de caminos. Lo hacía antes; lo hace ahora. El camino Lucena; la calle Priego y la Baena; la cuesta el Junquillo nos lleva a Monturque. Cientos de generaciones, millones de ojos y procedencias han pisado aquella plaza de armas que los libros incunables cuentan, daba para albergar a diez mil hombres salvaguardianes de la primitiva Egabro.

Una muralla con adarve y dieciocho torres flanqueantes, almenas y aspilleras circundaban aquella vetusta plaza. Cilindros y cubos de robusta y desafiante piedra; de torreón a torreón, un tiro de flecha; un foso profundo para aumentar la defensa; y una muestra conservada hasta nuestros tiempos de que Cabra era amorío y frontera, guerra y sueño cristiano-morisco. ¿O es que acaso no invita a caer en los brazos de Morfeo el Salón Rojo de las Escolapias? ¿Quién osaría negarse al embriagador trasluz de esas celosías de colores? ¿Saldrá esta noche Scheherezade por entre las cortinas rogando una noche más de vida? Una más para perderse por los artesonados de madera del salón ochavado; por las Catacumbas presidiarias de Boabdil el Chico; por la rosaleda de las Escolapias; se asoma su tez morena por las balconadas Conventuales embaucada por una serranía lejana de zarzas, olivos, pinos y jaras.

La sibila entreabre una Cancela de hierro y se posa frente por frente a un egabrense de antaño que por gentilicio apodaron Al-Cabrí y que es, de los poetas árabes, quien supo sacarle a la pluma del ave, los Versos de una moaxaja para su Zaynad y que en esta noche le reinterpreto a mi barrio:

Era tan bella que si a la luna
le hubiesen preguntado: - ¿Qué quieres luna?
La luna hubiese contestado: - Un destello de ella.
Un destello de mi barrio.

Y si mi barrio posee un rubí por salón, también encierra un diamante por palacio. Yeserías tan blancas que deslumbran al sol. Ornamentos naturales neomudéjares saltan entre los arcos ojivales de las monjitas de Palacio. Sus rezos se mezclan con los cantos de los pájaros, la rosa y el jazmín, las adelfas de sus patios. De hogar de condes a refugio de Dios, Palacio es remanso de paz, de calma y alma de la Villa. Es un joya preciada, anhelada y ensoñada, testigo de mil amores de los que por mi pueblo se retratan. Silente. Gravinoso en sus senderos. Repleto de verde naturaleza y caritas de sosiego, siempre dispuestas a saludar a los vecinos, a llevarlos con ellas. Recogido tras un portalón de madera color grana y albero, contempla impasible Palacio, el paso del tiempo.

Entre clero y clero, enseñanza y velo, una sobria Capilla de Capuchinos. Es chiquitita, recogida, enjuta. Parece que quiere pasar desapercibida ante la imponente Iglesia Mayor de quien la separan unos palmos. Pero es cruzar el dintel de su puerta, y atrapar a propios y extraños con una octavilla hecha cuadros. Lienzos acá y allá, escasas obras de talla en el pueblo cordobés donde más se prodigan las imágenes de Semana Santa. La Iglesia de Los Capuchinos se reivindica pictórica, única en entre las plantas consagradas egabrenses. Y es que a veces lo extraordinario se oculta donde menos lo imaginas. Ahí, en ese refugio que tan cerca nos queda, justo ahí se guarda con celo una de las joyas pictóricas egabrenses, la Visión de San Francisco, emanada de los pinceles sevillanos de Valdés Leal.

Quien fuera forastero para maravillarse primero de la tríada de lirios franciscanos, de los querubines al cielo, plegarias de santo rodilla en suelo, pura y limpia la madre, pantocrátor al centro. La luz de penumbras, plegarias de gloria que a Dios encumbran con rompimiento de sombras. Pues por más que le narre, explique o cuente, la mente es silente a la joya del barroco que en la Villa vela mi gente.

Aunque si de guardar tesoros se trata, el marmoleo de Cabra se retuerce en la portada Asuncionista galante valeroso de lo que en su interior aguarda. Hay relieves, pinturas y santos de los que también disfrutamos en este barrio no una semana, sino todo el año orando a las plantas de una capilita, pequeño cobijo de llantos compasivos a la Columna que ruega Caridad. Es la hermandad de mi barrio, a la que nos trajisteis de la mano siendo aún enanos, a la que seguimos rezando y con la que nos presentamos extramuros cada Jueves Santo.

Y desde la atalaya privilegiada en que se erige nuestra Parroquia, desde aquesta humilde Villa no como ejemplo, pero sí como vigías, mostramos el mimo que solo las almas con lo extraordinario tocadas imprimen a lo sublime. La claridad más pura; el brillo más intenso; el aroma de nardos y el transitar mundano; la venida del cielo; las luces coloridas en la noche de gloria; el dintel estremecido que tras él por casa aguarda a la más ilustre habitante de Cabra. Parroquia de la Asunción en la Sierra morada. Plata fina en las alturas del cielo para reflectar e iluminar el azul mar de sus ojos. Hileras de arcos peraltados, rojo abajo blanco a lo alto, conducen la mirada a la perla más amada. Cresterías de querubines enlazadas por guirnaldas para cantar a coro la Salve en las sillerías nogaladas.

¡Qué fortuna ser vecino de la Villa para ver brillar el primer rayo de sol en la mañana sobre la dulzura de tu rostro! Cerrar los portones de la Asunción y dormir cerquita a tus plantas. Acunar al niño que en tus brazos amparas. Ser testigo privilegiado de cada segundo que en Cabra pasas. ¡Qué alegría de olor a nardos impregnado en el barrio, buscando las ventanas engalanadas color Sierra! Belleza de lo sublime, lo extraordinario de lo humilde. Que en septiembre la Villa entra a la iglesia por una puerta, besa y reza a nuestra Virgen de la Sierra y sale por la cancela que de camino le pilla más cerca. ¡Qué regalo más grande acogerte oh Madre Amada en nuestra morada y qué desasosiego sabernos primeros en despedirnos de tu cara! Cuenta ya la Villa los meses que a la gloria le restan para vestirse de algarabía radiante por sentirse en septiembre un año más entre ella.

Un viejo armónico de metal acompaña los rezos de los vecinos que, sabedores de lo extraordinario, han vestido a su barrio de gitanillas y encalados, de cenefillas las fachadas; el arreglo de los patios y el acopio de viandas para que aquel que por la Villa venga, se sienta como en casa. Por la Mayor, o la de Condes y Vizcondes, paseando entre Geranios y Laureles, mirando a la Paz de un fraile cultivador de Esparragosas, mientras transitan por un adarve de rosas. Septiembre es de la Villa y la Villa de septiembre porque en la Villa tiene su casa la madre de todo egabrense.

Ya me bajé de aquella grupa de metal y gasolina. Me levanté del balconcillo y de mi graílla. Me miro. Dejé atrás mi chiquillería pero conmigo llevo los valores de los viejos. Cuando recordasteis a los temporeros en parcas cartas pregonadas al vuelo. ¡El Cartero! Os decían desde lo lejos. El escribano tendero, o el tendero escribano que ponía las señas con destino extranjero. Cuando invitabais al vecino para ensañarle aparatejos, que si un teléfono, lavadora o nevara, sin presuntuosidades, más bien con empeño de compartir entre todos lo nuevo. La confianza depositada en los fiadores puestecillos de Rafael León el Tobalo y Manolo Pavón, este último despachado desde hace años por mis querídisimos Encarni y Gregorio, mi "ancá laEncarni". Me enseñasteis que el lechero venía con sus medidas ofreciendo por las casas. El carro blanco del molletero por la mañana, el heladero con el suyo cargado de rico bombón helado en las tardes de verano. Me explicasteis cómo Don Manuel Osuna iba en procesión por las calles de nuestro barrio para llevar a la comunión a los enfermos bajo un palio. Me hicisteis querer a las monjitas de Palacio, enfermeras de inyección y tensión donde tantas niñas hoy mujeres se pusieron sus primeros pendientes. A las Escolapias donde estudiasteis y comulgasteis por primera vez. Me contasteis que en la Villa los niños hacían de estas calles su patio de juegos. Entre murallas y ruinas creasteis aventuras, escondites y travesuras para llenar con dulzura todo el espacio de infantil frescura.

Y aquí me encuentro, de nuevo, viendo la vida de mi barrio pasar. Viendo la vida de mi barrio viviendo, latiendo, trabajo y esfuerzo, como siempre, como amanecer nuevo, como inagotable fuente de progreso, como primer batallador del medievo, defendiendo una plaza sin la que con ella me muero. Buenas noches.

más artículos

Las primeras estudiantes de Enseñanza media en el "Aguilar y Eslava"

08.03.24 - DÍA DE LA MUJER | Mariana Martos

Ha fallecido Antonio Suárez Cabello (q.e.p.d.)

14.01.24 - IN MEMORIAM | Antonio R. Jiménez-Montes / Redacción

Aportaciones al cancionero tradicional cordobés. Grabaciones de Lucena (y 15): Ya se murió el burro.

03.12.23 | Manuel Guerrero Cabrera

APORTACIONES AL CANCIONERO TRADICIONAL CORDOBÉS. GRABACIONES DE LUCENA (14): POR LA SEÑAL

03.10.23 | Manuel Guerrero Cabrera

El nombre de María de la Sierra

08.09.23 - DÍA DE LA SIERRA | Antonio R. Jiménez-Montes

Pulcritud vocal, en el Concierto celebrado ayer 1 de julio 2023 en la Sala Orive de Córdoba, por la soprano Auxiliadora Toledano y el tenor José Luis Sola.

03.07.23 | Rafael Nieto López.

Espléndido Concierto en la Casa de Los Mora de Lucena, en homenaje a Fernando Chicano Pérez, el pasado 21 de abril de 2023.

01.07.23 | Rafael Nieto López

Fondo Valera de la Biblioteca histórica Aguilar y Eslava

23.06.23 | Redacción / FAYE

Discurso de investidura del alcalde de Cabra, Fernando Priego Chacón

18.06.23 | Redacción

"Barraca 5, Habitación 11" del profesor egabrense Antonio Cantero Galisteo se traduce al alemán y se presenta en Hanau-Großauheim

16.06.23 - LITERATURA | Redacción

Secciones

Webs amigas

laopinioncofrade.com | noticias cofrades
Meteocabra.es | el tiempo
Patio de Cuadrillas | actualidad taurina
Poesía Taurina | decenario de versos táuricos

Sobre "La Opinión"

Quiénes Somos
Redacción
Hemeroteca (1912-1989)
Hemeroteca (2002-2005)
Contacto

Sobre la Fundación

Quiénes Somos
I.E.S. "Aguilar y Eslava"
Museo "Aguilar y Eslava"
El Hombre de la Sábana Santa
La Opinión de Cabra
Coro de Cámara

Aviso legal

Condiciones de uso
Política de privacidad

Síguenos también en:    • Facebook    • Twitter    • Youtube    • Livestream