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Primera audición de la radio en el santuario hace 100 años
03.08.25 - Escrito por: Antonio Ramón Jiménez Montes / Hemeroteca La Opinión
En el número del 2 de agosto de 1925, La Opinión publicaba, entre otras noticias y crónicas, la primera audición radiofónica que se realizó en el santuario de la Virgen de la Sierra los días 25 y 26 de julio de 1925.
Bajo el título «La radio religiosa», Manuel Mora y Aguilar reseñaba la instalación de una antena por parte de José Pallarés que también subió un aparato reproductor, permitiendo aprovechar la altura para escuchar mejor la retransmisión. Destacaba M. Mora que entre los descubrimientos del siglo estaba sin duda el de la radio: «Por la radiotelefonía, sin movernos de nuestra Ciudad, y en la misma casa nuestra, percibimos los sonidos, las notas del piano y de la orquesta,
que vuelan por los aires, los quejidos del violoncello, o la voz de un orador, aunque uno y otra se hallen en los confines del mundo».
Les dejamos el artículo completo, en el que se cuenta con detalle como fueron aquellas jornadas de julio de hace un siglo, cuando, por primera vez, se pudo escuchar la radio en el Santuario de nuestra patrona, María Santísima de la Sierra.
LA OPINION
La Radio religiosa
Entre los descubrimientos sensacionales de este siglo portentoso donde se suceden a nuestra vista uno y otro día fenómenos tenidos hasta
ahora por inverosímiles, ninguno tan digno de atención meditativa como el invento de la radio.
Y... ¿qué es la radiotelefonía?
Yo no estoy preparado para dar a mis lectores en las columnas de LA
OPINIÓN, una conferencia explicativa de la teoría científica del sensacional
prodigio de que nos venimos ocupando; solo he de manifestar, concretándome
a lo que vemos y oímos, que por un disco, especie de abaniquito
de monja, es posible oír en Cabra, al mismo tiempo que se están
ejecutando en Madrid o en Londres, un concierto, o una conferencia.
Por la radiotelefonía, sin movernos de nuestra Ciudad, y en la misma casa
nuestra, percibimos los sonidos,
las notas del piano y de la orquesta,
que vuelan por los aires, los quejidos
del violoncello, o la voz de un orador,
aunque uno y otra se hallen en
los confines del mundo.
Por tanto; podemos gozar diariamente
aquí audiciones, o solemnidades
musicales que se celebran en París,
Londres, Roma etc. etc., porque
las facultades poderosas de la antena
de la Radio, cazando las ondas, establecen
en las crestas de la montaña
una relación espiritual de contacto
de los que escuchan con todos los
pueblos del universo.
- No me hable V. de brujerías...,
¿acaso vamos a retornar a las épocas
de los magos y de los hechiceros?
- Esos son inventos del infierno,
huelen a azufre y a pajuela, porque
en ellos intervienen Sartenilla y Lucifer;
de otra suerte ¿serían posibles,
con seis u ocho metros de alambre y
dos cañas, esos prodigios de que ustedes
hablan?
- Querida Joaquina; amable Antoñica;
vuestros espíritus arcaicos, se
hallan modelados al calor de los ambientes
biológicos de hace la friolera
de 100 años; lo que a vosotras os parece
tocante a las lindes de lo infernal,
no son otra cosa que problemas
físico naturales, secretos de las ciencias
de la electricidad arrancados a
las energías magnéticas del globo por
hombres estudiosos y cerebros privilegiados que logran aprovecharlas
fuerzas de la naturaleza para que se
sirvan de ellas los hombres.
En Cabra hay ya varios aparatos de
esta clase; mas el que ahora llama la
atención y mueve nuestra pluma, es
la antena que don José Pallarés ha
mandado instalar en el Santuario de
nuestra Señora de la Sierra.
- ¿Qué oigo? ¿en el Santuario de
la Patrona a 1223 metros sobre el nivel
del mar, en las regiones del cóndor
y de las águilas, han podido oír
los fieles el día de Santiago, conciertos,
conferencias científicas, discursos,
y todos los acontecimientos de relieve
mundial acaecidos en Milán, París,
Madrid, Portugal, Barcelona y Sevilla?
- Exactamente.
- Y... permítame, caballero; cómo
puede lograrse en aquel cerro
abrupto todo eso?
-Pues ahí radica la virtud de ese
invento descomunal de que vengo
haciendo mención; con unos hilitos
y unas cañas, especie de trampa
de ondas sonoras, es posible oír lo
que sucede a miles de leguas de distancia.
La sencillez del aparato es admirable:
una barra de hierro enhiesta, al
frente oriental de la espadaña del
eremitorio; una caña y dos hilitos]de
cobre que aprisionan, poco más allá,
a otra caña, poleas de porcelana, con
los hilos forman la antena, que recoge
las ondas y las trae al abaniquito parlante;
y en la sala de cabildo, el aparato
receptor.
La primera audición de la Radio
piadosa, tuvo lugar en la montaña de
la Virgen de la Sierra la noche del 25
del próximo pasado Julio, y la segunda
la tarde del día 26.
Día memorable que ha de brillar
eternamente en las páginas del libro
de oro de la devoción de la Patrona;
pues los progresos de las ciencias
eléctricas escalan las montañas y fueron
admirados por infinidad de fieles
en el interior de aquella casita blanca,
adorada por todos nosotros.
En la sala de Cabildo estaban don
José Pallarés y su distinguida señora
D.a Carmen de la Iglesia e hijos; don
Manuel Escudero, que actuaba de
técnico; don Francisco Corpas López,
don Rafael Moreno la Hoz, don Miguel
Vallejo, el Hermano Mayor, señora
e hijos, albañiles, encaladores y
un público numeroso integrado por
caseros, ganaderos, dueños de varios
Cortijos de la Nava con sus familias.
Comentarios: nuestro juicio acerca
de este acontecimiento sensacional
en las crestas de la montaña, es que
el Sr. D.José Pallarés ha tenido un
acierto y un triunfo instalando la antena
y subiendo su aparato receptor,
que es excelente, al Santuario; la perfección
es admirable, la altura, apropiada;
sin ruidos extraños, siempre
molestos, oíamos extasiados en aquellas
alturas conciertos de Madrid,
Londres, Barcelona, Portugal, Sevilla.
La impresión producida en las gentes
sencillas de la montaña ante el
misterioso abaniquito que habla, ríe,
llora y canta era enorme, no se movian
ni pestañeaban.
Felicitamos muy sinceramente al
Sr. D José Pallarés por su oportuno,
educador y excelente acuerdo de instalar
un antena en el Santuario, felicitación
que recibirá, seguramente,
de los miles de devotos y devotas de
la Virgen de la Sierra, que sueñan con
el encumbramiento del Santuario de
la montaña santa.
Santuario de la Sierra, 28 de Julio
de 1925.
M. Mora.
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