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Descontrol
21.12.10 DESDE LOS MIRADORES - Escrito por: Rafael Valentín Villar-Moreno
De antemano renuncio a contarles lo obvio, o sea lo acontecido con el abandono masivo de sus puestos de trabajo de los controladores de tráfico aéreo. Espero que ninguno de ustedes se haya visto afectado, aunque lo dudo.
Si que quisiera hacer unas reflexiones sobre el tema. Siendo la primera el incondicional apoyo al gobierno que la proclamación del estado de alarma suscitó en un primer momento en toda la sociedad. Y al decir en un primer momento digo bien. Más tarde tras el apoyo crítico del PP se levantó la veda, y comenzaron los razonamientos acerca de la posible inconstitucionalidad de la proclamación del citado estado, etc., etc. ¡Si señor, con un par…!, ¡al enemigo ni agua! aunque el país por otros llamado patria, se hunda. Es más si el enemigo cruza el desierto, ni una gota de agua, pero nada te impide hartarlo de polvorones.
A mí particularmente me traen sin cuidado los recortes que puedan sufrir los derechos individuales de los controladores. Por una simple razón: ellos se han pasado por el arco del triunfo los del resto de los ciudadanos, y no digo de los españoles, ya que aquí se puede usar el antiguo eslogan de enganche de la Legión: españoles y extranjeros…
Después ha llegado el peregrinar de César Cabo por los “platós”. Mi hijo más pequeño que es entre otras cosas, profesional de las relaciones públicas, me ha elogiado (desde un punto de vista profesional) el magnífico trabajo que han realizados sus colegas de la empresa de imagen que lo haya asesorado, sin duda de las mejores y más caras. Será por dinero. Indudablemente nuestro querido César, tampoco se habrá ido de gira sin consejo legal, que también podemos presuponer que no habrá sido de oficio.
Tras hacerme estas consideraciones mi hijo me dijo: De cualquier manera eso no sirve de nada, una señora a la entrada al hotel de Barajas donde los “enfermos casuales”, habían reservado un salón para reunirse, se encargó de convertir en irreversible el lavado de cara. Esto se sale de las posibilidades de un gabinete de imagen y nos manda a un sitio de donde eres asiduo, a Fátima. Haría falta un milagro para que a la gente se le olvidara su actitud, es prácticamente seguro que nadie recordará lo que dijo, pero si es seguro que nadie se olvida de como lo dijo.
Ustedes se imaginan que los señores empleados de don Emilio Botín sintieran todos a la vez un profundo resquemor por las “cosillas” que tras ser debidamente adoctrinados con videoconferencias, hacen que sus clientes firmen, mientras les ponen la mejor de sus sonrisas. Que un buen día estos excelentes profesionales se sienten a la vez todos estresados, por verse obligados a trabajar en contra de su conciencia y sin decir dos palabras van cogiendo la chaqueta y abandonando las oficinas.
Como es natural esto no sucedería un día cualquiera, sino a final de mes. Las empresas se quedan sin ingresar los Seguros Sociales, las remesas no son negociadas y los cobros y los pagos no se producen, las nóminas y pensiones no se abonan en las cuentas… y no se cuantos desastres más. En las oficinas más privilegiadas que cuentan con “seguratas”, estos como si fueran empleados de Iberia echan las persianas y piden instrucciones. En las oficinas “de pueblo”, los papeles han quedado sobre la mesas, el dinero en ventanilla, la caja fuerte sin cerrar… Aquí es evidente que en cuanto la situación llegué a oídos de la autoridad, esta mandará a la fuerza pública en evitación de saqueos y desmanes.
Pero no hay que preocuparse, a don Emilio Botín no le pasará esto. Sabiamente sus empleados en general, tendrán un sueldo para vivir con decencia, eso si, sin grandes lujos, hay que mantener a cada cual en su sitio. Inclusive una élite de sus trabajadores puede llegar a ganar casi la décima parte de un controlador. Pero tranquilos solamente unos pocos. Los demás con las sabias previsiones de don Emilio no sólo se guardarán de abandonar el trabajo (al que ya no volverían) caprichosamente, sino que se lo pensarán dos y hasta tres veces si en alguna ocasión se ven obligados a usar su derecho constitucional a la huelga, declarada esta con todos sus trámites.
Y esto no lo hacen don Emilio, u otros don Emilios, porque sean malas personas, lo hacen por no perjudicar a sus empleados. Por ejemplo, don Emilio y uno de sus trabajadores llegan a ser irreconciliables, y supongamos lo mejor para el trabajador.
Don Emilio no tiene razón, (ni tiempo) para ocuparlo en minucias. El trabajador va a la calle con todos los pronunciamientos favorables, entre ellos su vuelta al puesto de trabajo. Cuatro escalones por debajo de don Emilio, alguien a quien le pagan por pensar, decide que a pesar de lo que opine el magistrado, ese trabajador y don Emilio no se tragan, y que puestas así las cosas lo mejor es “incentivar” generosamente al disconforme y zanjar definitivamente la cuestión. Gracias a su excelente previsión don Emilio ni se ha enterado de que no se llevaba bien con este hombre.
El despedido que no es tonto y además está acostumbrado a trabajar, ya que sin estas condiciones jamás habría sido empleado de don Emilio, coge algunos millones (de pesetas) de su sustancioso despido y los pone en un negocio de su cuñado. Al cuñado la inyección le viene fenomenal, y al negocio no digamos. Juntos, el uno con la ilusión recobrada y el otro defendiendo su inversión, trabajan como fieras y pronto consiguen ser importantes y mimados clientes de don Emilio. Y aquí viene la tragedia para los controladores, que aunque les sobran cuñados y dinero, no han tenido un jefe como don Emilio, y los malos hábitos contraídos les lastran, son incapaces de ponerse junto a su cuñado, ni mucho menos solos. Hay que bajar de la nube y no tienen gasolina para hacerlo, ni por supuesto hay en la torre ningún controlador de película norteamericana de los que lo resuelven todo. Al final se produce la tragedia, y como es natural el responsable de la misma es don José Luis Rodríguez Zapatero, que no sabido ser un empresario modélico, como don Emilio, y no ha sabido preparar a estos trabajadores para la vida real. Como Zapatero es culpable, en Intereconomía dicen que no se puede hacer lo que ha hecho: criar un animal en cautividad y luego mandarlo a la selva a que se busque la vida. Es seguro que en Intereconomía encontrarán más y mejores parábolas, pero yo no llego a tanto.
A todos Felices Navidades, y un Nuevo Año mejor que el que termina.
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