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Dentro de éstos últimos, se incluyen aquellos que "por lo extraordinario de sus condiciones naturales o por la aureola que pueda prestarles la historia, la religión o la leyenda". Además la norma, invita a las "sociedades de amigos del árbol, de turismo, excursionistas y similares y a cuantos particulares se interesen por el enaltecimiento del suelo patrio a que contribuyan a la formación de las expresadas relaciones, facilitando por escrito a los ingenieros jefes de los distritos forestales los datos y propuestas que estimen pertinentes".
La Opinión nº 259 de 25 de marzo de 1917 en su primera hoja, al hilo de la publicación del Real Decreto de 24 de febrero de 1917, finaliza el artículo "Enaltecimiento del Suelo de la Patria" con las siguientes palabras "¡Público, lectores de LA OPINIÓN, ayudad a la obra!. El mensaje rápidamente fue cogido por la Cofradía de la Virgen de la Sierra, qué por medio de su hermano mayor Manuel Mora Aguilar, solicitó por escrito al Ayuntamiento de Cabra el 8 de abril de 1917 que el pleno de la corporación elevase al Jefe de Distrito de Sevilla, Huelva y Córdoba la propuesta del Picacho de la Virgen de la Sierra como Sitio Nacional. La petición de la Cofradía se fundamentó en el más puro sentimiento local y de conservadurismo en base a la historia, religión y leyenda. El documento de cinco pliegos fue rubricado por 39 egabrenses.
El Ayuntamiento de Cabra acordó por unanimidad el 14 de abril de 1917 elevar tal petición. El escrito del Alcalde Cabra, enviado el 16 de abril de 1917, se basa en una justificación llena de románticas descripciones: "la gran roca suspendida en el espacio", "los vistosos celajes cambiantes de luz", "las nubes que ruedan por bajo del picacho, teniendo arriba el brillo del sol y a los pies la tempestad, las nieblas y la cerrazón de los temporales duros" o "en la cresta de dicha montaña se asienta un hermoso y antiguo santuario, baluarte de rancia fe".
La petición de Sitio Nacional abarcaba el Santuario, Cueva de la Aparición y la Sima de Cabra.
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