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APROXIMACIÓN HISTÓRICA
El 1 de julio de 1930, tomaba posesión del cargo de director del Instituto Aguilar y Eslava de Cabra (Córdoba) el catedrático Ángel Cruz Rueda (1888 -1961), quien, como señala Julián García, desde el primer momento "se entrega en cuerpo y alma a su trabajo" .
Pocos días después de hacerse cargo de la dirección del centro, Cruz Rueda escribiría al Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Elías Tormo y Monzón.
En el escrito remitido, que contó con la unanimidad del Claustro de Profesores, argumenta que el patio central del Instituto de Cabra es un espacio ocupado por alumnos y paso de profesores, que al estar descubierto está sometido al frío del invierno, al calor del verano y a las lluvias. Propone la instalación de una montera de cristal, que permitiría paliar estos inconvenientes climáticos y además se podría utilizar este espacio como Sala de Actos de la que carece el centro. Por otra parte, Cruz Rueda expone, que existiendo en el presupuesto ministerial ayudas para obras inferiores a 50.000 pesetas, solicita que le sea concedida esta intervención .
A primeros de 1932, dieciocho meses después, la cubierta del patio y la vidriera artística instalada en el Instituto sería una realidad.
En el punto 4º del orden del día del Claustro de Profesores de 21 de enero de 1932, el director Cruz Rueda se felicita por la nueva cubierta y propone que conste en acta el agradecimiento por el gran trabajo realizado al arquitecto de distrito autor del proyecto, José Gómez Millán; así como a los señores José M.ª Belda Méndez de San Julián (Marqués de Cabra), Luis Pallarés del Sors y Rafael de Padura, por sus gestiones .
LA VIDRIERA DE MAUMÉJEAN
El conjunto de la montera vidriera del Patio de cristales del Instituto-Fundación Aguilar y Eslava es obra de la empresa Hermanos Mauméjean de 1931, similar a la que cubre el patio interior del Instituto Geominero de Madrid de 1926, que bien debió conocer el profesor Juan Carandell. Dispuesta a modo de falso techo bajo una estructura metálica con cobertura acristalada a cuatro aguas, está compuesta por sesenta y cuatro paneles cuadrados individuales y cubre una superficie de setenta metros cuadrados aproximadamente.
Vidriera de cristales con esmaltes vitrificados y emplomados, que presenta una cenefa perimetral ornamentada en color con motivos barrocos y un gran blasón central, que representa la recreación de un antiguo escudo de Cabra, compuesto por ocho cabras sobre campo azur sembrado de estrellas.
Las artes aplicadas de los siglos XIX y XX en España no podrían entenderse sin las vidrieras artísticas de la firma familiar Mauméjean fundada en 1860 en París por Jules Pierre Mauméjean.
A lo largo de tres generaciones han realizado bellos vitrales destinados tanto a edificios civiles como religiosos, principalmente en Francia y España, participando en numerosas exposiciones nacionales e internacionales como la de Madrid en 1894, la de Paris, de 1925 y 1937, la de Philadelphia y Pamplona de 1926, la de Mílan y Madrid en 1927, o la de Sevilla de 1930.
Varios miembros de la familia Mauméjean se establecieron en nuestro país, donde instalaron un taller en el siglo XIX que alcanzó enorme prestigio. Tras la Guerra Civil entraron en una fase de declive.
A finales del siglo XX, se haría cargo de la firma el artesano Francisco Hernando Pascual, que continúa fabricando y restaurando vidrieras bajo la denominación de Sociedad Mauméjean de Vidrieras Artísticas. Parte de los materiales gráficos producidos por la empresa, a lo largo de su trayectoria, se encuentran depositados en la Fundación Centro Nacional del Vidrio, en La Granja de San Ildefonso (Segovia).
Las creaciones de Mauméjean, francesas o españolas, están presentes en edificios singulares de todos los continentes, siendo objeto de valoración y reconocimiento como valiosas piezas del patrimonio histórico-artístico.
CONSERVACIÓN-RESTAURACIÓN
Los daños más significativos en la vidriera del Instituto-Fundación Aguilar y Eslava eran: pérdida de luminosidad por una gran suciedad acumulada por el deterioro de la cubierta, la decoloración o perdida de color de algunos fragmentos policromos y otros deterioros como problemas en el asentamiento de los paneles, piezas fracturadas e incluso pérdidas de vidrio, con el consiguiente peligro de caída.
Para paliar esta situación, se realizó un Informe técnico documental del estado de la obra, para el que se ha contado con el asesoramiento de estudios previos de técnicos de la actual Sociedad Mauméjean de Vidrieras Artísticas y la dirección técnica de Salvador Guzmán Moral, doctor en Bellas Artes y conservador-restaurador.
En primer lugar, se ha intervenido en la cobertura exterior de la vidriera, una estructura metálica a cuatro aguas, originalmente cubierta con hojas de cristal, reemplazadas hace años por paneles traslucidos de poliéster, que se encontraban muy deteriorados. Para mejorar su estado de conservación, estanqueidad y transparencia se han eliminado estos antiguos paneles, se ha limpiado y reforzado la estructura metálica y finalmente, se han colocado nuevos paneles de policarbonato transparente, que se caracterizan por su ligereza y resistencia. Esta obra de acondicionamiento y protección ha sido realizada por la empresa egabrense: Estructuras Metálicas Juan.
En segundo lugar, se ha procedido a la limpieza completa de la vidriera artística, desmontando los paneles de la misma, uno a uno, y procediendo a realizar una limpieza en profundidad. Para ello se han empleado dos procedimientos complementarios. Inicialmente, se retiró el polvo superficial de la cristalera arrastrando la gruesa capa de polvo depositada por la cara exterior de los paneles con brochas de cerda largo para no arañar la superficie. A continuación, se ha realizado una limpieza en húmedo, empleando el mismo procedimiento que se utiliza para limpiar pinturas murales al fresco y que consiste en utilizar dos cubos de agua destilada diferentes. Con el primero se carga una esponja con la cantidad de agua necesaria, que tras limpiar una parte de la superficie se introduce en un segundo cubo para eliminar su suciedad, volviendo a introducirla en el primero, de donde volvemos a coger agua limpia. De esta forma se trabaja con agua limpia y no se corre el riesgo de variaciones de pH. La limpieza de vidrieras es siempre una de las operaciones de restauración más delicadas y controvertidas, a la vez que irreversible, es, por lo tanto, importante conocer la naturaleza y comportamiento de los depósitos de suciedad que queremos eliminar.
En tercer lugar, se han eliminado vidrios rotos; el criterio que hemos seguido con respecto a las roturas de vidrio ha sido el de desmontar las piezas fracturadas y sustituirlas por otras nuevas de similares características. Estas delicadas operaciones de limpieza y sustitución de vidrios, así como la instalación de un nuevo sistema de iluminación led, han corrido a cargo de Moisés Blanco Aguilera (Ebanistería Moisés)
Por último, se ha procedido a la reintegración cromática de los fragmentos decolorados o perdidos. Al igual que sucede con la limpieza, la reintegración de partes perdidas de una obra de arte es una intervención delicada y propensa a la polémica dada la diversidad de posibles criterios y enfoques. La reintegración de zonas concretas de pinturas perdidas sobre los vidrios se ha realizado mediante pinturas en frío. Esta intervención se ha realizado allí donde los vidrios originales han perdido parte de su color original: reintegración de dibujo en zonas opacas y reintegración de color en zonas translúcidas.
La reintegración de pintura realizada está diferenciada visualmente en un tono más bajo y además está documentada, ya que no pretende ser una falsificación, sino una integración óptica. En total han sido diez fragmentos, los que han necesitado la reintegración policroma que ha sido realizada por Javier Bravo de Vidrio Mundo (Artesanos del vidrio).
Así pues, teniendo en cuenta todo lo expuesto se puede concluir que la intervención de conservación y restauración de la vidriera artística del Instituto-Fundación Aguilar y Eslava cumple con los criterios de intervención en vidrieras históricas.
La mayoría de estos criterios de conservación y restauración son generales para todas las obras de arte: mínima intervención, reversibilidad de los tratamientos, discernibilidad de las nuevas piezas, compatibilidad y durabilidad de los nuevos materiales, etc.
Pero en el caso concreto de las vidrieras es importante, además, tener en cuenta otros criterios como la primordial necesidad de cerrar el hueco creado por los vidrios perdidos, la distancia de observación, la orientación de la vidriera, el tipo de iluminación... El espectador ha de poder ver la obra restaurada sin necesidad de que las nuevas adiciones distraigan su atención del disfrute de la misma.
De esta forma la vidriera del Instituto-Fundación Aguilar y Eslava ha recuperado toda su apariencia, cromatismo y luminosidad original, que ha inspirado a tantas generaciones de estudiantes que han paseado por este Patio de Cristales...
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