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Los murciélagos del Museo Aguilar y Eslava

21.08.16 - Escrito por: Pablo Luque Valle

Uno de los mayores expertos en quirópteros de España, Juan Quetglas Santos biólogo-científico-naturalista especializado en murciélagos desde 1994, vinculado a la Estación Biológica de Doñana, Institút Menorquí dÈtudis, SECEM y SECEMU; estudió el pasado 1 de julio de 2016 los cuatro ejemplares naturalizados de murciélagos que se exponen en el Museo Aguilar y Eslava de Cabra, procedentes del antiguo Museo de Ciencias Naturales del Instituto-Fundación del mismo nombre.

Los tres de menor tamaño se sitúan en una vitrina en el interior del Aula "Juan Carandell", en la segunda planta; y el cuarto, murciélago de gran tamaño, se expone en la Sala 3-Piezas Principales del Museo de Historia Natural en la primera planta. Con este trabajo, que ha sido posible gracias a la participación de este autor y de uno de los colaboradores de la Fundación, Manuel Gómez, se va completando la labor de catalogación que se lleva a cabo para contar con un inventario lo más documentado posible, de los fondos de esta colección.

Ambos colaboradores trasladaron los mencionados animales a la oficina del científico, en Villanueva del Ariscal (Sevilla). El cual, tras un minucioso análisis, exactas mediciones, observación con el microscopio y contraste documental, pudo extraer las claves dicotómicas para determinar las especies y cuando le fue posible, también el sexo.

Los tres murciélagos de menor tamaño que a ojos de profanos pudiéramos identificar como iguales, el experto Juan Quetglas, los catalogó en dos clanes; Cavernícolas (dos de ellos) y Fisurícola (el tercero). Todos ellos son ejemplares insectívoros y animales adultos, aunque no ha sido posible conocer su sexo. La identificación de estos animales no ha sido tarea fácil, dada la situación de daño que sufren los mismos; lo que da aún más valor el trabajo de este científico. En el primer caso, ambos son habituales en las cavidades de las Sierras Subbéticas. El animal registrado con la Ref. 6.23, fue identificado como un Rhinolophus ferrumequinum, conocido popularmente como "Murciélago grande de herradura"; éste en su peana figura etiqueta que reza "Vespertilio pipistrellus (Murciélago de Europa)" que nos asegura nuestro experto que no se corresponde con esta familia y que su nombre científico significa "murciélago"; tal y como se refleja en el Tomo I de "Los tres reinos de la naturaleza: Museo pintoresco de Historia Natural" (recop. Chao, 1852), que figura en la Biblioteca del Instituto-Fundación Aguilar y Eslava y que pudo ser consultado por alguno de los Catedráticos del Gabinete de Fisiología e Historia Natural del antiguo Instituto. El murciélago marcado con la Ref. 6.25, fue catalogado, dado su estado de deterioro, entre un Myotis myotis o un Myotis blythii, conocidos vulgarmente como "Murciélago ratonero grande" o "Murciélago ratonero mediano", respectivamente. En el segundo grupo, encontramos la pieza seriada con la Ref. 6.24, clasificada, a pesar del desperfecto que presenta, como un Eptesicus serotinus, que es el típico murciélago de ciudad, conocido comúnmente como "Murciélago hortelano", típico de la mitad norte de España; aunque el biólogo se inclina por asegurar que se trata de la subespecie Eptesicus isabellinus o "Murciélago hortelano pálido", presente en la mitad sur de España y común en la ciudad de Cabra.

El cuarto animal, que no pasa desapercibido al visitante del Museo Aguilar y Eslava, es un digno representante del grupo de los Zorros Voladores; ejemplar que es sobrenombrado erróneamente entre los visitantes, como el "Vampiro del Museo". Animal que se le ha clasificado de Pteropus poliocephalus e "insectívoro" (Gálvez, 1999). En cambio, el especialista quiropterólogo afirma que se trata de un animal fructífero; es decir, que se alimenta de frutas. En su peana presenta etiqueta (escrita por el mismo autor que en el murciélago ref. 6.23) en la que se lee "Pteropus edulis (Bermejizo)", a modo de curiosidad decir que la "e" de "edulis" indica comestible. Éste es sinónimo del actual Pteropus melanotus (Srinivasulu, Racey y Mistry, 2010); así pues, el etiquetado podría darse como correcto, pero en la actualidad sería mejor denominarlo como P. melanotus. Bermejizo sería su denominación vulgar.

Estamos ante una hembra adulta; se sabe, por que se le reconocen en el costado izquierdo pezones marcados. Esto indica, o que estaba embarazada, o que estaba amamantando en el momento de la captura. Su procedencia nos sugiere la siguiente cuestión: ¿dónde fue disecado?, en destino o en origen. En destino implicaría traer el animal enjaulado vivo en barco durante varios meses comiendo frutas, aspecto no muy viable en aquella época por la imposibilidad de conservación de estos alimentos

y por los posibles daños que se ocasionara dicho Zorro Volador, lo que estropearía su pelaje y delicadas membranas. Así que es muy probable que fuera disecado en el propio lugar de captura.

El traslado de esta pieza del Museo Aguilar y Eslava ha valido para descubrir una inscripción en la parte inferior de la peana que da soporte al animal. La misma reza así:

Piel

M L [¿Manuel?] Sanchez

Año 1853

Datos muy reveladores que nos ponen en la pista de quién pudo ser el Sr. Sánchez. Barajamos dos posibilidades, el personaje que donara el animal o, por el contrario, el taxidermista que lo disecó; cuestión esta sin resolver. Al mismo tiempo que nos señala que estamos ante una pieza de mediados del siglo XIX.

En la Memoria Académica del Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de Cabra del año 1880, que aún conserva el archivo del Instituto-Fundación Aguilar y Eslava, figura entre las adquisiciones para el Gabinete de Fisiología e Historia Natural un ejemplar de Pteropus jubatus, actualmente conocido por Acerodon jubatus. Por lo que podríamos pensar, que es la misma pieza que aún conserva el Museo Aguilar y Eslava pero que fue renombrado (dado que no hayamos documentación de 1853 que nos hable de la adquisición del P. melanotus) o, por el contrario, que existió dos ejemplares distintos de Zorros Voladores. Nos inclinamos en determinar que hubo dos Pteropus diferentes, dado que el P. Jubatus es el murciélago más grande del planeta, su antebrazo mide de 18-19,5 cm y son endémicos de las selvas tropicales de Filipinas; en cambio, el presente P. Edulis o P. Melanotus tiene un antebrazo de 15 cm de longitud y es originario de islas de Indo-Pacífico: Isla Christmas (Australia), Islas Andaman y Nicobar (India) o Sumatra (Indonesia). Por tanto, como en otras ocasiones (Gálvez, 1999), ha desaparecido de las vitrinas del antiguo Gabinete de Fisiología e Historia Natural uno de los ejemplares.

A fecha de hoy desconocemos quién o quiénes cedieron estos animales al entonces Instituto de Cabra. Entre los posibles candidatos pudiera estar el catedrático Juan Carandell, del mismo conocemos que en 1922 contribuyó de manera importante a aumentar los armarios del Museo de Historia Natural de este centro docente con una completa colección Entomológica (Gálvez, 1999); asimismo, un domingo de la primavera de 1922, éste inquieto docente junto a su alumnado lideró la, que por ahora podemos considerar la primera exploración científica a la Cueva de los Murciélagos de Zuheros. Expedición científica porque su objeto no era otro que, buscar pinturas rupestres o vestigios arqueológicos, extraer muestras de espeleotemas y capturar algún que otro murciélago para su estudio (El Popular, nº 1042, 6 de julio de 1938, pp.7-8). La nota de prensa dice así:

Contra lo que nos ocurría en otras asignaturas esperábamos siempre el domingo con impaciencia para disfrutar de la lección del libro abierto. Y en un domingo de la primavera de 1922 el correo de la mañana nos dejaba en Doña Mencía, pocos kilómetros de Zuheros. Allí las autoridades de la simpática villa, siempre extremosa con sus visitantes, nos recibían amablemente.

El Doctor Carandell nos llevaba a la gruta conocida por la «Cueva de los Murciélagos» situada casi en camino inarcesible [sic], en la cumbre de la árida sierra de Zuheros, para ver si encontrábamos alguna pintura rupestre o vestigios de vida en la época prehistórica, en aquella gruta de formación natural. La excursión se hizo sin dificultad. Provistos de sogas y luces de carburo penetramos en aquella gruta admirable hasta donde permitían los escasos elementos de que disponíamos, encontrando una magnífica cámara con el bellísimo espectáculo de estalactitas y estalagmitas de las que hay muchas en el museo del Instituto, pero como no fue posible encontrar las pinturas rupestres que buscábamos, ni los elementos de que disponíamos, ni el tiempo, podían prolongar la excursión, regresábamos a Cabra trayéndonos las estalactitas y varios ejemplares de los gigantescos murciélagos que dan nombre a la gruta, para hacerle la disección y comprobar la perfecta respirabilidad del aire.

Al referirse a los "gigantescos murciélagos que dan nombre a la gruta", bien pudieran referirse al Myotis myotis (Murciélago ratonero grande) o Myotis blythii (Murciélago ratonero mediano), que en el vuelo son ejemplares bastantes grandes y son comunes en dicha cavidad. Presente en la colección del Museo Aguilar y Eslava, como hemos mencionado anteriormente.

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