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Fundación "Aguilar y Eslava"

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1912-2012: cien años de sinceridad e independencia

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Carta de Peña y Aguayo agradeciendo la felicitación del Colegio de la Purísima Concepción, de la Fundación Aguilar y Eslava, por su nombramiento como Ministro de Hacienda (1846).

13.03.17 - Escrito por: Antonio Suárez Cabello

Muchas son las vinculaciones de José de la Peña y Aguayo al Real Colegio de la Purísima Concepción de Cabra, fundado por el Ldo. Luis de Aguilar y Eslava. Sin embargo, vamos a detenernos en esta ocasión en un folio manuscrito que atesora el Archivo Histórico de la Fundación. Lo hemos elegido como Documento del Mes. Se trata de una carta que Peña y Aguayo dirige al rector y catedráticos del Colegio en prueba de agradecimiento por la felicitación de su nombramiento de Ministro de Hacienda. Está fechada en Madrid el 28 de febrero de 1846.

Peña y Aguayo dice: "Entre las innumerables felicitaciones que recibo por el alto honor que me ha dispensado S. M., nombrándome Ministro de Hacienda, una de las que me han producido en mi alma impresiones de la más grata y verdadera complacencia, es la que V.V. se han servido dirigirme, llena de sinceridad y afectuosos sentimientos, pues ciertamente en el seno de las Academias Literarias y en el de sus alumnos abríganse con reciprocidad aquellas dulces simpatías y aquel amor acendrado que tanto se parece al que se tienen los padres y los hijos más queridos".

El nombramiento como Ministro de Hacienda se produce en el reinado de Isabel II, formando parte del gobierno del marqués de Miraflores, Manuel Pando Fernández de Pineda, un gobierno de muy corta existencia.

No olvida, en el agradecimiento, evocar su paso como profesor del Centro: "Yo me congratulo también al recordar que ese Colegio me dispensó la honra de que inculcase a todos los estudiosos, que acudieron viendo abiertas las puertas del nuevo plantel de Instrucción Pública, mis doctrinas o principios económico-políticos, y que más acrecentados y perfectos, parece estaba escrito en el libro de mi destino, habían de ser los precursores del elevado aunque difícil puesto, que he venido a ocupar".

José de la Peña y Aguayo fue catedrático de Economía Política en su Real Colegio. Las últimas palabras del escrito son para destacar la labor que realiza el Centro: "Mi reconocimiento es tanto mayor por lo tanto, y sagradas las obligaciones con que el deber me obliga además; y a la vez de esforzarme, siguiendo el impulso de mis deseos, para contribuir a la felicidad del país, será objeto más inmediato de mi decidida solicitud ese importante Colegio, que tanto bien y ventajas ha proporcionado a la provincia y muy en particular al pueblo que me vio nacer".

En su "Historia del Real Colegio de Estudios Mayores de la Purísima Concepción de Cabra (1679-1847)", María Soledad Rubio Sánchez destaca la influencia que ejercitó el "Excmo. Señor D. José de la Peña y Aguayo, antiguo alumno de la Casa" en la consecución de un gran acuerdo que se tenía planeado: "El 20 de junio de 1846, tras la revisión de distritos universitarios, quedó incorporado a la Universidad de Sevilla, y el 24 de febrero de 1847, por Real Orden de S. M. Isabel II, quedó transformado en Instituto de Segunda Enseñanza, con categoría de tercera clase. La aclaratoria fue dada en 9 de abril del mismo año". Sería en 1848, el 9 de diciembre, cuando el Instituto fue elevado a la categoría de segunda clase. Alfonso XII lo declaró en 1877 Instituto Provincial, incorporándose al mismo los colegios de los pueblos limítrofes.

La mutación del Colegio en Instituto es, como señala Rubio Sánchez, una consecuencia de las circunstancias reinantes en la época que "exigieron pronto y de modo cada vez más perentorio la transformación del Colegio, su incorporación a un Centro oficial, puesto que su mantenimiento como Colegio privado era cada vez más difícil, por la tendencia desamortizadora que se iniciaba en la política del país".

El Colegio perpetuará su espíritu fundacional quedando convertido, hasta mediados de los años setenta de mil novecientos, en un internado que coexiste en simbiosis con el Instituto. Su director es el rector del Colegio y el catedrático de Religión es al mismo tiempo capellán del Colegio. En una publicación de Juan Carandell, que referenciamos en otro artículo hace algunas fechas, hablaba el geógrafo, geólogo y docente de que en 1924, además de los 30 o 40 alumnos de la localidad, existía un internado de 170 colegiales de diversos lugares, lo que debió ser una bulliciosa actividad educativa y cultural en la "Casa Grande", edificio que adquirió la Fundación a la condesa de Cabra. Hoy, esa simbiosis queda de manifiesto en la vocación pública de dichas instituciones en la protección, conservación y difusión de su rico patrimonio histórico.

Hay otro documento muy valioso en el Archivo Histórico de la Fundación Aguilar y Eslava, referido a Peña y Aguayo, que comentaremos en otro momento: "Información de limpieza de sangre, vida y costumbres de Dn. Josef de la Peña y Aguayo, natural de esta villa, colegial pretendiente de beca en el Real Colegio de la Purísima Concepción de ella" (1815).

Cristina Viñes Mollet, en un bosquejo que hace de la vida de Peña y Aguayo, introductorio de la reedición de "Vida y muerte de Doña Mariana Pineda por José de la Peña y Aguayo", realizada por la librería de Ignacio Martín Villena de Granada (2003), esboza su nacimiento en Cabra el 16 de diciembre de 1801 y el comienzo de sus enseñanzas: "Allí inicia sus estudios, en el Colegio de la Purísima Concepción -manto pardo, beca azul y bonete en los colegiales- fundación de D. Luis de Aguilar y Eslava dotada de cuantiosas rentas, que en su día fuera aprobada por Carlos II. No extraña la elección, dado el prestigio de que goza y los numerosos alumnos que, procedentes de diversos lugares, se educan en sus aulas. El bello edificio de la plazuela de la Soledad, con sus patios, jardines y fuentes, sus claustros y dependencias, va a ser durante unos años su espacio más cercano. Años en los que cursa filosofía, pero en los que se aproxima también a otros conocimientos. La economía, sin ir más lejos, que le interesa en forma particular y que seguirá interesándole en el futuro". Muy significativo le resulta a Cristina Viñez que "algo más tarde -finalizados ya sus estudios superiores- volviera a este centro en el que se había educado, para hacerse cargo como profesor de esa materia".

Peña y Aguayo escribió una apasionada biografía de Mariana Pineda (1836), cinco años después de su ejecución y muerto Fernando VII, declarando que "debe contarse entre las mujeres célebres no sólo de su siglo, sino de los más heroicos de la antigüedad: su patriotismo, su valor, su decisión por la santa causa de la libertad, la heroicidad con la que sufrió la decapitación, no tienen igual en la historia de nuestro país. Su nombre se pronunciará por la posteridad con respetuosa veneración, y su memoria, cubierta de una gloria inmarcesible, pasará de generación en generación para no olvidarse jamás".

Le debemos a Peña y Aguayo el conocer las dos piezas fundamentales del proceso seguido contra Mariana Pineda, acusada de crimen de traición al encontrarse en su casa una bandera a medio bordar con el lema liberal de "Igualdad, Libertad y Ley". Estas piezas, transcritas en la obra, son el informe fiscal y el de la defensa, para la que nombraría Mariana Pineda a Francisco Méndez como procurador y a José de Escalera como abogado. De pocas horas dispuso Escalera para la defensa, siendo la sentencia de muerte. La ejecución se llevaría a cabo en la forma ordinaria de garrote, en la mañana del jueves 26 de mayo de 1831 en el patíbulo instalado en el Campo del Triunfo de Granada.

Un retrato de José de la Peña y Aguayo, obra del pintor santanderino José Vallespín y Aibar, se puede contemplar en la sala de personajes ilustres del Museo Aguilar y Eslava.

Transcripción literal del documento:

"Sres. Rector y catedráticos del Colegio de la Purísima Concepción de la villa de Cabra.

Madrid, 28 de febrero de 1846.
Muy Sres. míos: De toda mi consideración y aprecio: Entre las innumerables felicitaciones que recibo por el alto honor, que me ha dispensado S. M., nombrándome Ministro de Hacienda, una de las que me han producido en mi alma impresiones de la más grata y verdadera complacencia, es la que V. V. se han servido dirigirme, llena de sinceridad y afectuosos sentimientos, pues ciertamente en el seno de las Academias Literarias y en el de sus alumnos abríganse con reciprocidad aquellas dulces simpatías y aquel amor acendrado que tanto se parece al que se tienen los padres y los hijos más queridos. Yo me congratulo también al recordar que ese Colegio me dispensó la honra de que inculcase a todos los estudiosos, que acudieron viendo abiertas las puertas del nuevo plantel de Instrucción Pública, mis doctrinas o principios económico-políticos, y que más acrecentados y perfectos, parece estaba escrito en el libro de mi destino, habían de ser los precursores del elevado aunque difícil puesto, que he venido a ocupar. Mi reconocimiento es tanto mayor por lo tanto, y sagradas las obligaciones con que el deber me obliga además; y a la vez de esforzarme, siguiendo el impulso de mis deseos, para contribuir a la felicidad del país, será objeto más inmediato de mi decidida solicitud ese importante Colegio, que tanto bien y ventajas ha proporcionado a la provincia y muy en particular al pueblo que me vio nacer.
Queda de V. V. su atento S. S. Q. S. M. B.
José de la Peña y Aguayo [firma]".

ARCHIVO HISTÓRICO DE LA FUNDACIÓN AGUILAR Y ESLAVA
Documento del Mes:

1846
1 folio ms. a una cara

Carta de D. José de la Peña y Aguayo dirigida a los Sres. Rector y Catedráticos del Colegio de la Purísima Concepción de la villa de Cabra, agradeciendo la felicitación por su nombramiento como Ministro de Hacienda. Madrid, 28 de febrero de 1846.

Nota. Firmada por José de la Peña y Aguayo.

Sección: Colegiales.
Legajo 13.
Expediente 1.

[DM201703asc]



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