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Secuelas de la Guerra (IV)

02.09.19 - Escrito por: Antonio Moreno Hurtado

La primavera del año 1808 aparece convulsa desde el punto de vista político y social.
Hemos podido encontrar algunos datos en las actas capitulares de ese año, pese al mal estado de conservación de las mismas. (caja 28, exp. 3)
En el Cabildo del día 4 de abril, se recibe copia de la Real Provisión por la que el Rey Carlos IV abdica en favor del Príncipe de Asturias, don Fernando VII. Dada en Aranjuez, el día 19 de marzo de 1808. A Cabra llega una copia de fecha 20 de marzo.

A título de curiosidad, digamos que, por ese tiempo, todavía se cobrabas un impuesto de cuatro maravedíes por cada cuartillo de vino que se vendía en Cabra. En el Cabildo del día 12 de mayo se acuerda requerir a la arrendadora de dicho impuesto, doña María Grande, para que se ponga al día en los pagos, de 120 reales mensuales, a que se había comprometido. Lleva dos meses sin pagar.

En el Cabildo del día 25 de mayo, se recibe traslado de la Real Provisión por la que el rey Carlos IV nombra al Gran Duque de Berg, Teniente General del Reino, que era, al mismo tiempo, jefe de las tropas de Napoleón. Se ordena al Consejo de Castilla, a la Junta Suprema de Gobierno y a todas las autoridades y ciudadanos que la obedezcan. En Bayona, 4 de mayo de 1808.

En el Cabildo del día 27 de mayo de 1808, presidido por el Corregidor don Javier López Duque, se recibe un escrito de "don Pedro Pablo de Valdecañas, Comandante de estos Cuatro Reinos de Andalucía para la persecución de contrabandistas y malhechores". Informa que la Suprema Junta de Gobierno, "recientemente creada en Sevilla para la defensa del Reino", le ha ordenado reclutar "a cuantos hombres puedan tomar las armas" para luchar contra los franceses y se faciliten "los auxilios compatibles con sus facultades". Recomienda que los voluntarios se incorporen "armados y montados", si es posible. Firman todos los asistentes, junto al escribano Joaquín Contreras.

A la participación de ciudadanos de Cabra ya nos hemos referido en una ocasión anterior.

En el Cabildo del día 28 de junio, el regidor don Jacinto Notario presenta una carta impresa de la Suprema Junta de Gobierno de Sevilla en la que se ordena "el establecimiento de las Juntas de los pueblos" y pide que se le dé un traslado de lo que se acuerde.

El día 6 de julio, en Bayona, el rey José I aprueba una Constitución para el Reino de España.

Mientras tanto, el día 20 de julio, Cabra celebró la victoria de Bailén con repiques generales de campanas y la celebración, en la iglesia mayor de un solemne "Te Deum".

En el Cabildo del día 31 de agosto, se recibe una orden, de fecha 27, del Administrador General de Rentas de la provincia para que se continúen cobrando todos los "ramos de extraordinaria contribución, servicio de criados y luxo, impuesto sobre el vino, aguardiente y licores y demás que corresponde al Real Fondo de Amortización".

Entre las medidas coercitivas del ejército invasor para recaudar fondos para la guerra estaba la de tomar rehenes de ciudadanos notables de los pueblos y encerrarlos en una cárcel de la capital, con la amenaza de acabar con sus vidas si no se pagaba la deuda.

A finales de 1808, la Junta local de Defensa tiene noticias del inmediato envío de un centenar de prisioneros franceses para su custodia en Cabra, en un régimen de semilibertad vigilada. Para ello se responsabiliza al teniente don Rafael Lugones.

A comienzos de 1809 se organizan en Cabra las llamadas "milicias honradas", formadas por voluntarios locales, bajo las órdenes del teniente coronel don Casimiro Valera.

Don Casimiro Valera casaría con una tía de don Juan Valera. Muchos años después, se iban a convertir en los personajes principales de la novela "Pepita Jiménez".

Una Orden, de 19 de febrero de 1809, ordenaba la disolución de la Junta de Defensa de Cabra, como veremos en otro lugar.

En el mes de marzo llega a Cabra la noticia de que vienen a Cabra más prisioneros franceses en Cabra. Son heridos de la batalla de Bailén. El día 25 de marzo de 1809, se acuerda ingresarlos en el Hospital de San Juan de Dios, pese a los reparos del prior.

En la Junta del 1 de mayo, todavía sin disolverse, se recibe la noticia de que Cabra había sido incluida en el partido judicial de Lucena, con la reacción adversa de bastantes vecinos.

El año 1810 es un momento crítico para los habitantes de Cabra.

A comienzos de ese año, aparecen tropas francesas en Cabra. Muchos vecinos deciden huir por miedo. Entre ellos el corregidor Francisco Javier López Duque. Se hace cargo del Ayuntamiento el teniente de corregidor don Juan Antonio Ruano Aguilera.

Los franceses requisan mucho dinero y víveres, como tributo especial. Aparte de imponer un impuesto fijo mensual de 81.936 reales para atender su mantenimiento en la zona.

El rey Carlos IV abdica en Aranjuez el día 19 de marzo de 1810 y las cosas se precipitan.

Los franceses requisan mucho dinero y víveres, como tributo especial. Aparte de imponer un impuesto fijo mensual de 81.936 reales. (Albornoz, 188-189)
Pero hay que guardar las apariencias...

En el Cabildo del día 8 de abril de 1810, se acuerda celebrar, al día siguiente, un solemne "Te Deum" y la instalación de luminarias en el pueblo, por la llegada a Córdoba del rey José Napoleón.

El día 9 de agosto de 1810, desde Córdoba, se remite un programa sobre los actos a celebrar "por los días" o aniversario de boda del Emperador Napoleón Bonaparte y su esposa la Emperatriz María Luisa. Se avisa que, el día 15, a las nueve y media de la mañana, se había de celebrar "un oficio divino" en todas las iglesias de la provincia, con profusión posterior de cohetes y salvas militares.

Cabra lo hizo puntualmente.

Una población mayoritariamente inculta, monárquica, católica y algo ingenua, era fácilmente manipulable. Del mismo modo que se llena la iglesia para celebrar la victoria de Bailén, se hace también para aclamar la llegada a Córdoba del Rey intruso o el aniversario de boda del monstruo invasor.

En septiembre de 1810, se va a producir una importante rebelión popular en la zona de la Subbética, de la que tratamos en otro lugar.

La reacción francesa es inmediata y las tropas vecinales capitulan el día 17.

El general de brigada Barón de Saint Paul exige la entrega inmediata de doce vecinos relevantes para su ejecución.

Al final, la cosa se queda en tres presos comunes, que fueron ajusticiados por los franceses junto a la ermita de Belén.

Mientras tanto, como rehenes, se envía a Córdoba a don Antonio Vargas (Procurador Síndico del Común), don Lorenzo Cuenca Romero y don Joaquín Fernández Tejeiro.

Cabra estuvo tomada por las tropas francesas entre el 18 de septiembre de 1810 y mediados de 1812, aunque, posteriormente, se registran algunas incursiones temporales a lo largo del verano, lo que volvió a provocar la alarma y desasosiego de los egabrenses.

Un Real Decreto de la Regencia del Reino, de 18 de marzo de 1812, en nombre del rey Fernando VII, ordenaba celebrar, el primer día festivo desde la proclamación de la Constitución, una misa solemne en acción de gracias y Te Deum en todas las parroquias del reino.

En Cádiz, la ceremonia oficial de la publicación se hizo el día 19 de marzo, en cuatro lugares de la ciudad, sobre un tablado, bajo un dosel con el retrato del Rey.

Las zonas ocupadas por los franceses hubieron de esperar a su liberación para cumplir con este precepto legal.

En Madrid, se haría el día 15 de agosto. Fiesta de la Asunción. Tres días después de la entrada en Madrid de las tropas del duque de Wellington.
Por fin, el día 7 de octubre de 1812, se celebra en Cabra la publicación de la Constitución de Cádiz.

Pero, ¿cuál es el sentimiento de los egabrenses por esas fechas?

El Manuscrito de cosas notables del convento de las madres agustinas nos permite conocer la visión del problema desde la clausura monacal.

"Pasados algunos años de la Revoluzión de Franzia en la que, por última desgrazia de aquel Reino, tubo Napoleón Bonaparte maña para que, engañándolos [a] todos, se coronase como Emperador. Y no contento con esto, parece quería ser señor de todo el mundo. Pretestando paso para Inglaterra [sic] se llenó a España de tropas francesas, quál fuera la solapa de este caso se queda para los ystoriadores, q[u]e yo sólo lo toco para seg[u]ir el ylo de n[uest]ras abenturas. Dispuso su Mag[esta]d yziera su padre renuncia de la Corona en n[uest]ro amado Fernando VII, lo q[u]e fue para todos de un gozo tan grande q[u]e no se puede esplicar, que andaban las cosas tan fatales q[u]e ya asta los vienes eclesiásticos se vendían con Orden Real... pues engañaron a el nuebo Rei...y con el mismo engaño se lo llevaron a Franzia...y se acavó en España la familia Real, porque los Reyes padres se fueron de su boluntad, que no fue necesario los llevaran. Y quedamos todos bajo el govierno francés. Lo q[u]e en este tiempo pasamos no lo puedo yo decir y gracias a Dios y a María S[antísi]ma q[u]e nos libraron, porq[u]e este pueblo fue de los q[u]e menos padecieron, porq[u]e todo se quedó en sustos y dineros, q[u]e ya no savíamos de donde sacarlos. En fin se fueron yendo los franceses porq[u]e Dios quiso inviarlos a Franzia, y con la misma providenzia de su M[agesta]d vino n[uest]ro deseado Rei Fernando VII, q[u]e si todo esto se ubiera de aber consegido a fuerza de armas no le ubiéramos visto el fin...". (ff. 92v-93)

El Manuscrito recoge, además, una copia, sin fecha, de un escrito remitido por la Priora del mismo, la madre Josepha del Espíritu Santo, al Rey Fernando VII una vez restaurada la monarquía, tras la invasión francesa. La Priora se queja de la invasión francesa y hace referencia a una Real Cédula, dada en el Pardo el 21 de febrero de 1807, que autorizaba a segregar y vender la séptima parte de los bienes propios de la Iglesia, comunidades y fundaciones eclesiásticas, autorizada por el Papa en un Breve de fecha 12 de diciembre de 1806.

La comunidad agustina de Cabra se había visto desposeída de una de las fincas "de más aprecio" (posiblemente el cortijo de Torredonjimeno), mediante un procedimiento que el convento calificaba de irregular. Por ello denunciaba el incumplimiento de varios capítulos de la Real Cédula, especialmente los que garantizaban la intervención de los propietarios en el proceso de elección de las fincas a exonerar y la determinación de su valor. Según el escrito "si el valor en que fue vendida la finca huviera servido a la Nación para sacar a V.M. de su penoso e injurioso Cautiverio, callaría la Com[unida]d respetando el noble objeto a que se destinó, pero la compra fue hecha con vales reales que el nuevo poseedor había ya ingresado en la Caxa y todas las más de las diligencias practicadas en los años de 1808, 1809 y 1810 en los que, como principiava la Revolución, la desorganización de las cosas estavan en el grado que es público y notorio, y aún ocupado el terrero por el Invasor". (ff. 100-101)

La finca de Torredonjimeno no figura entre las relacionadas en el Real Decreto de 16 de octubre de 1810. Debió ser subastada con anterioridad en Jaén, de acuerdo con los establecido por los Reales Decretos de 9 de junio y 27 de septiembre de 1809.

El manuscrito de don José del Carpio y Montilla, Apuntes para una historia de Cabra, del año 1893, es bastante escueto. El autor ha llegado a conocer a descendientes directos de quienes sufrieron la desagradable experiencia en Cabra.

"Real Orden. En 1810 mandó el Rey aplicar a las necesidades del Estado toda la plata de las Iglesias de esta Diócesis que no fuera de absoluta necesidad para el culto. En Cabra se hicieron los inventarios mandados formar de Real Orden y aunque, según cuentan los antiguos, se llevaron mucha plata, pudo reservarse no poca.
Invasión francesa.
En el mismo año y en el mes de Septiembre, el Gobierno intruso impuso a esta Villa una multa de más de 400.000 reales por haberse sublevado contra los franceses que estaban en Lucena, y de lo contrario amenazaron a esta Villa con entrar a saqueo e inmolar doce victimas entre las personas principales; tocóle a la fábrica [de la iglesia mayor] dar 8.000 y pico de reales."
(238r-240r)

En el verano de 1813, el Ayuntamiento de Cabra recibía una curiosa carta, con una proposición de rogativa, para que la Virgen de la Sierra intercediera en la finalización de la guerra de la Independencia (AHAC, caja 216, doc. 38. "Carta que anuncia una rogativa. 1813"). Algo que iba a ocurrir el día 30 de octubre, con la capitulación de las tropas francesas en Pamplona.

Aunque fuera ya del conflicto bélico, no podemos dejar de señalar un hecho, entre anecdótico y humorístico, que nos relata don José del Carpio.

Estamos ya en junio de 1823, en el llamado "segundo periodo absolutista".

El Cabildo local acuerda quitar la lápida de la Constitución de la fachada de la Casa Consistorial y reponer en sus cargos a los componentes del Ayuntamiento que ejercían a fecha de 1 de marzo de 1820.

Vuelve a haber presos políticos y se hace la purificación de empleados públicos y de profesores del Real Colegio de la Purísima Concepción.

Se recuperan los privilegios señoriales y se acuerda celebrar un solemne "Te Deum" de acción de gracias.

Así lo relata el señor Carpio Montilla.

"Motín del Pueblo. En 12 de Junio de 1823, se amotinó el pueblo, pidiendo a gritos que se cantase un solemne "Te Deum" en acción de gracias por la caída del sistema revolucionario constitucional. El Vicario, que era miembro de la Junta de seguridad, accedió a los deseos del pueblo y se cantó el "Te Deum", con asistencia del Municipio y una enorme multitud, que llenó por completo toda la Iglesia. Por cierto que no faltó un patriota que, aprovechándose de la confusión robó una de las paces, que tenía de peso 1.280 reales de plata y de un valor total de 4.030 reales".


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