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La carretera de acceso al Santuario
28.08.12 - Escrito por: Lourdes Pérez Moral
 Hay un camino de tiempo inmemorial que todavía se emplea y que discurre desde el paso a nivel de Góngora, casilla de Tomás Guerrero, Erillas, lado izquierdo del Cerrillo de Perico, Colchones, Viñuela y llegando a la fuente del mismo nombre, se accede por las Vueltas Viejas al santuario de la Virgen de la Sierra con todo, la inclinada pendiente y el estrecho paso de la cara sur donde se haya enclavado, motivaría la apertura de otro camino, hoy casi perdido pero documentado en 1743, que se extiende desde el paso a nivel de San Francisco, Erillas, Agüilla, Cañada del Reventón, Puertas de Madera, Hoyo del Robledo y Vueltas Nuevas hasta llegar al mismo. Ambos accesos permanecerían inalterables hasta bien entrado el siglo pasado aunque, las necesidades imperiosas de obra en el lugar más el desarrollo de una nueva y pujante fuente de ingresos que después el lector comprenderá, hicieron primordial la construcción de una carretera.
Fue en 1917 cuando la Real Archicofradía planteó al senador egabrense Francisco Méndez de San Julián la necesidad de construir "un ramal desde la carretera de Priego, punto llamado Los Pelaos, pasando por Los Lanchares al Picacho". Esta solicitud también la hicieron extensiva al entonces presidente del Congreso de los Diputados José Sánchez Guerra quién había iniciado su carrera política obteniendo un acta de diputado por Cabra. Otro senador, tortosino de nacimiento pero egabrense de adopción, acogió con entusiasmo el proyecto. Poco tiempo después, el ministro del ramo declaraba la carretera de acceso al santuario de utilidad pública a efectos de expropiación de terrenos. Pero no fue fácil. Las páginas de la prensa local no omitieron su decepción incluso, "El Popular", llegaría a reproducir un editorial años más tarde: "la carretera se impone, se hace imprescindible, no es ya tan sólo cuestión de comodidad es también de dignidad pero no esperándola del poder central sino de nosotros mismos, de nuestra propia voluntad que tantas veces ha sabido salir triunfante en los más difíciles asuntos. Los trámites burocráticos son forzosamente lentos y ¿hemos de esperar éstos para ver hecha la carretera?. No. Si queremos que la Sierra sea verdaderamente Sitio Natural de Interés Nacional hemos de adelantarnos a los trámites oficiales. El turismo busca la belleza pero también la comodidad".
Mientras tanto, la Real Archicofradía tenía que hacer frente a una nueva defensa: si las dehesas de Sierra y la Nava, a través de las cuales discurrían ambos caminos, habían pertenecido al Caudal de Propios, ahora, los dueños del cortijo de la Viñuela empezaban a roturarlas y poner obstáculos a los usuarios de los mismos. Hubo pues que presentar los planos del Instituto Geológico Estadístico del término municipal egabrense para demostrar que ambos caminos, el viejo y el nuevo, pertenecían al santuario. Así las cosas, otro político, diputado, futuro alcalde de Cabra y acreedor de una biografía, llamó la atención para mejorar "un sitio tan bello y tan lamentablemente abandonado". Era Francisco Rojas López. La Diputación de Córdoba empezaba a plantear los tres primeros kilómetros así como emplear la máquina perforadora. Era 1930.
Las obras se paralizaron una vez más y no fueron reanudadas hasta 1933. Fue entonces cuando el geólogo y catedrático Juan Carandell, en una de sus tantas ascensiones, anotó: "en dos horas mal contadas nos puso el auto desde Córdoba al pie de la cumbre; a más de 1.100 metros detúvose el veloz vehículo ante el último viraje que hombres y perforadoras acometen con afán. Mientras que por el breve sendero subieron las personas de mi familia al santuario, me dispuse a admirar una vez más el grandioso panorama desde el por antonomasia llamado Centro Geográfico de Andalucía. Y es que, si buena está la carretera de Málaga, mejor lo es la de Monturque a Cabra, Priego y Alcalá la Real. Y nada desmerece el ramal que desde Los Lanchares lleva al Picacho. No me duelen prendas y alabo el trazado mediante el cual no se ha escatimado la longitud con tal de obtener una pendiente mínima a tal punto que el coche, cargado, subió en segunda sin el menor esfuerzo. Los virajes están bien trazados, tienen holgura y sólo esperan unos pretiles a modo de mirador y que son los que se asoman a la Nava y a la Viñuela, al pié de la cumbre, más para solaz del visitante que para precaver peligros como se hace en todas las carreteras de montaña. ¿Una visión del porvenir?. Esta: cuando este tornadizo país deje de jugar a discursos y banderías, a huelgas cuando no se quiere trabajar y a paros forzosos cuando se desea trabajo, y entonces tenga razón de existir un Patronato Nacional de un turismo extranjero y autóctono, podremos serenamente pensar en unos circuitos y planes turísticos provinciales en los que además de la Mezquita y museos cordobeses, aparezca como motivo de excursión obligada la Sierra de Cabra".
Que duda cabe que era una visión profética de los problemas de España y, en particular, de los de nuestra ciudad a la que contribuyó a sacar del marasmo en que todavía estaba sumida en muchos aspectos. La culminación de tan ansiado proyecto tendría lugar en 1935. Después vendrían otros de solución mucho más lejana, como siempre había sido, pero esa es ya otra historia.
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