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El baile de los "Siete Sacramentos" de amor en el Mayo egabrense
01.05.14 - Escrito por: Antonio Suárez Cabello
Juan Valera, en su obra "Pepita Jiménez", desarrollada en Cabra según el autor, nos habla del baile de los "Siete Sacramentos" de amor en la noche del día de la Cruz, festividad en el calendario del Mayo egabrense. Así se recoge en una de las cartas, fechada el 4 de mayo, que el seminarista don Luis de Vargas dirige a su tío, el señor deán de la catedral, desde el lugar de su nacimiento, en el cual se encuentra pasando unas breves vacaciones visitando a su padre después de muchos años de ausencia.
En la epístola, el estudiante de clérigo, relata lo sucedido el día tres de mayo: "Por la noche tuvimos fiesta en casa de Pepita. La cruz, que había estado en la calle, se colocó en una gran sala baja, donde hay un piano, y nos dio Pepita un espectáculo sencillo y poético que yo había visto cuando niño, aunque no lo recordaba". Valera, en su obra de ficción (publicada en 1874), nos detalla este acontecimiento cuya realidad resulta difícil documentar y acaso esté en el fondo de la actividad lectora de don Juan, aunque sí es verosímil el escenario que describe y resulta hermoso imaginar esta tradición en las fiestas del pueblo en el que transcurre la vida de Pepita Jiménez.
Según la narración, de la cabeza de esta cruz, engalanada por un mar de flores, "pendían siete listones o cintas anchas, dos blancas, dos verdes y tres encarnadas, que son los colores simbólicos de las virtudes teologales"; es decir: la fe, por la que creemos en Dios; la esperanza, por la que aspiramos al Reino de los Cielos y a la vida eterna, y la caridad, por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
En la carta, don Luis de Vargas describe a su tío los niños que participan en la teatralización, la edad de los pequeños y los personajes que cada cual representa en el "sencillo y poético" espectáculo, suministrando algunos datos de las respectivas caracterizaciones: "Ocho niños de cinco o seis años, representando los Siete Sacramentos, asidos de las siete cintas que pendían de la cruz, bailaron a modo de una contradanza muy bien ensayada. El bautismo era un niño vestido de catecúmeno con su túnica blanca; el orden otro niño de sacerdote; la confirmación, un obispito; la extremaunción, un peregrino con bordón y esclavina llena de conchas; el matrimonio, un novio y una novia, y un Nazareno con cruz y corona de espinas, la penitencia".
En esta relación de los Sacramentos figuran el bautismo, el orden, la confirmación, la extremaunción, el matrimonio y la penitencia, pero observamos que son seis los indicados en la novela y siete los sacramentos. Falta por reseñar uno, el de la eucaristía, posiblemente por omisión de la imprenta y no por descuido literario, aunque en las numerosísimas ediciones críticas de la novela no hemos localizado ningún comentario a pie de página sobre el tema; la cuestión es que no se referencia este sacramento de la teología católica también llamado Sagrada Comunión, instituido por Jesucristo durante la Última Cena.
La coreografía de la danza o contradanza es descrita así: "El baile, más que baile, fue una serie de reverencias, pasos, evoluciones, y genuflexiones al compás de una música no mala, de algo como marcha, que el organista tocó en el piano con bastante destreza". Los niños que llevaron a efecto la puesta en escena eran "hijos de criados y familiares de la casa de Pepita" que "después de hacer su papel, se fueron a dormir muy regalados y agasajados". Desconocemos la persona que llevó a cabo los ensayos, pero sí sabemos que fue "muy bien ensayada".
Precisamente este regalo a la chiquillería es el que recoge Adolfo Lozano Sidro en una de las ilustraciones que realiza para la novela "Pepita Jiménez", publicada por Calpe en 1925 en edición limitada y de lujo. Ilustración llena de colorido y tipismo. En ella podemos ver al "obispito" con una mano en la mitra y con la otra intentando dar cumplida cuenta de la bollería, mientras que el nazareno, con su corona de espinas, ya está dispuesto a dar el primer bocado de su penitencia. Los novios, sin embargo, con vestimenta idílica, intentan alcanzar una taza de chocolate cada uno. Resulta evidente, ante la lámina del pintor prieguense, lo de "regalados y agasajados".
En el panorama de las fiestas populares desarrolladas en la estación del amor, de Mayo a San Juan, localizamos algunos textos de transmisión oral (con sus correspondientes variantes) que pueden acercarnos a las secuencias que describe Valera. Sobre estos Siete Sacramentos he aquí la siguiente letra:
"Baile el cielo de contento / la tierra de regocijo / gloria al espíritu santo / gracias al Padre y al Hijo. / A daros vengo las gracias / de la merced que nos hizo / de los siete sacramentos / el primero es el Bautismo. / El segundo Confirmación / que nos dio el señor obispo / para confirmar la fe / de nuestro señor Jesucristo. / El tercero penitencia / del pecado cometido / todo aquel que se confiese / vaya bien arrepentido. / Diciendo señor pequé / contra Dios y el Señor mío / el cuarto la comunión / especies de pan y vino. / Bien podían los cristianos / confesar cada domingo / y recibir en su fecha / el sacramento divino. / El quinto es la extremaunción / cuando el hombre despedido / de las cosas de este mundo / solo llama Jesucristo. / Pues a quien ha de llamar / viéndose en tanto peligro / sino a Cristo y a su Madre / sino a su Madre y a Cristo. / El sexto es sacerdote / que con sus palabras cinco / hace bajar de los cielos / a Dios hombre y Jesucristo. / El séptimo matrimonio / alto misterio encogido / si los dos se unen bien / tendrán igual paraíso. / Y si no se unen bien / tendrán un infierno mismo / y así juntos en las llamas / los dos sufrirán lo mismo. / Cristianos que estáis atentos / oíd lo que os digo / estos siete sacramentos / son también a lo divino".
Son escasos los estudios antropológicos sobre la cultura del pueblo, existiendo imperiosa necesidad de profundizar en los mismos buscando las raíces. Acerca de esta fiesta que nos ocupa, Pepe Garrido nos ha dejado un interesante trabajo titulado "Las fiestas de la Cruz en Cabra", publicado en la revista El Paseo Cultural (Mayo, 1999).
En Cabra, en la noche del Jueves Santo, la Archicofradía de la Vera Cruz y María Santísima de los Remedios procesiona la "Cruz de los Sacramentos", también llamada la "Cruz de los novios", de la que penden los siete lazos de colores. Toda una simbología que nos lleva al relato de Valera en "Pepita Jiménez".
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