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A propósito del Dios Mitra
04.12.22 - Escrito por: María Luisa Moreno Hernández
 Recibimos este escrito con el ruego de su publicación por su autora, María Luisa Moreno Hernández.
Yo no llegué a conocer a mi abuelo, pero mi madre me habló mucho de él, resaltando siempre la gran persona que era, con mucho carácter pero un corazón enorme como suele decirse.
Rafael Moreno La Hoz, que así se llamaba, tenía once hijos y fue Secretario del Ayuntamiento de Cabra. Abogado "sin cobrar", llevaba pleitos a todo tipo de gente y cuando se trataba de personas con dificultades económicas solían pagarle con una gallina, productos de la huerta y cosas por el estilo.
Uno de esos clientes fue Francisco Castro, hortelano, al que le llevó un pleito de lindes y, como solía ocurrir, no le quiso cobrar. En agradecimiento, Francisco le regaló una extraña estatua que encontró casualmente arando la tierra. Mi abuelo la tuvo un tiempo en casa (hay una fotografía en la exposición de la Casa de la Cultura en la que posa con ella junto a algunas de sus hijas) hasta que un día decidió ponerse en contacto con el museo arqueológico de Córdoba con la intención de donarla, pues sabía que podía ser de interés cultural. Así pues, tras una tasación previa en la que intervino el gobernador civil, entregó al Dios Mitra recibiendo una indemnización de treinta y cinco mil pesetas. Tal y como han contado los hijos de Francisco, mi abuelo les dio una gratificación. Aprovecho para agradecer a los hermanos Castro Villar que hayan narrado los hechos con todo detalle.
Mi abuelo podía haberse callado y quedarse con la estatua en su casa, al igual que, si no me equivoco, ha hecho la hija de D. José Solís con otra figura igualmente regalada que aún mantiene en su poder. Pero no lo hizo y gracias a su honradez hoy los egabrenses pueden disfrutar del Dios Mitra en el museo arqueológico de Cabra.
Desconozco el oscuro motivo por el que se ha omitido una parte fundamental en el devenir de los hechos, aunque lo puedo imaginar y por eso he decidido contar mi versión para rendir homenaje a mi abuelo, que fue un gran hombre y no merecía este ninguneo. Lo que más me duele es que no se ha hecho por desconocimiento, pues hasta en Wikipedia viene contada la historia con detalle.
D. Rafael Moreno La Hoz aún tiene cuatro hijos vivos. Podían haber recibido invitación para participar en los actos programados, hacerse la foto correspondiente y disfrutar de tener una de las réplicas en miniatura del Dios Mitra con las que se obsequió a otras personas en la inauguración de la exposición. Tienen todo el derecho. Por eso mismo, como nieta, me doy el gusto de hacer público nuestro malestar con lo ocurrido.
Ahora sí está contada la historia completa, a pesar de las omisiones en las intervenciones de autoridades y personal del museo. Era de justicia.
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