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Las vitrinas del Real Colegio
11.01.10 - Escrito por: José M. JIménez Migueles
El pasado sábado 9 de enero tuve el placer de leer el artículo que, desde Simblia, dedicaba José Calvo Poyato en las páginas del diario ABC a la exposición organizada por la Fundación Aguilar y Eslava. Una muestra en la que se recogen los libros apuntados en el inventario manuscrito de 1710 y que reflejaba, por vez primera, los bienes del Real Colegio de la Purísima Concepción. Una muestra, como decíamos, que sirvió como complemento ideal a la gran exposición de Andalucía Barroca que hasta el domingo 10 de enero se ha exhibido en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y Ángeles y que se ha visto recompensada e incluso justificada por la magistral semblanza que el historiador, escritor y político egabrense ha realizado de la misma.
Y es que, más que por lo que muestra, que, indudablemente, también, la trascendencia de esta exposición ha sido muy distinta, como bien recalca Calvo Poyato. La verdadera conclusión que se puede extraer de la misma es el elogio hacia una institución que ha sabido conservar los elementos más valiosos de su patrimonio, esto es, aquellos que son capaces, por su simple presencia, de recordar, informar y eternizar la importancia de las personas que han pasado por la misma, es decir, la documentación. Una documentación, dicho sea de paso, en cuya catalogación también jugó un papel destacado el autor del ya mítico Capablanca, pues tan largo fue su trabajo en el Archivo de la Casa como intenso y aprovechable.
Vivimos una época en la que la tecnología le gana el pulso, a pasos agigantados, a la industria del libro. Aún así, somos muchos los que respiramos libertad, emoción e inquietud cada vez que abrimos la portada de un libro y nos sumergimos de lleno en la mágica aventura que sus letras trazan en nuestra mente. Somos muchos, los que, como Calvo Poyato, creemos en el valor intrínseco del libro como tal y los que pensamos que es vital la presencia de instituciones que, como la Fundación Aguilar y Eslava, lejos de abandonarse al desarrollo y a la dependencia tecnológica, piensan que el futuro está en la libre elección del medio de información, de ahí su preocupación por mantener este portal como el pionero y más impactante de la actualidad local y por restaurar, conservar y difundir el patrimonio legado, tanto en forma artística como de manera impresa, para el disfrute de las generaciones futuras así como de consolidar el valor de las bibliotecas como una alternativa sólida a dicha tecnología y cuyas máximas aportaciones son ese soplo de libertad individual, íntima e irrenunciable que aporta la lectura de cualquier libro impreso.
Por eso la Fundación conserva en sus vitrinas el patrimonio bibliográfico, no sólo de todos aquellos catedráticos y colegiales que pasaron por el Real Colegio, sino de prácticamente todos los hijos ilustres de este pueblo, ejemplarizados en dos casos muy concretos, la profesora Matilde Galera, cuyo material ha sido donado recientemente, y el del insigne literato y político don Juan Valera. Quizás, el próximo paso sea abrir otra estantería, más digna que aquella de cinco tablas y seis huecos, pero que, a buen seguro, tendrá la misma capacidad de inmortalizar en sus tablas la obra del actual mayor representante de las letras egabrenses. No se me ocurre otro lugar mejor como depósito de todo aquello nacido de tan valiosa pluma que esta institución, al que Valera dio cuanto compuso y que, con la muestra que ahora acaba, demuestra a la perfección que será la Casa que con mayor mimo, cuidado y admiración conserve, difunda y eternice la vasta obra literaria de don José Calvo Poyato.
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