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Héroe de leyenda (KM Solidario)
08.06.10 - Escrito por: Mateo Olaya Marín
Escucho aquella memorable versión de “Cantares” interpretada al alimón por Serrat y Sabina y no sólo me conmueve su melodía y el desgrane poético, sino que me traslada inequívocamente a las tierras de la meseta, en las que Kiko Lozano va restando kilómetros constantemente, a un ritmo tan férreo que cualquiera diría que la transibérica la está haciendo por primera vez. Hace suya la máxima de “caminante no hay camino, se hace camino al andar” de Machado, que solemnemente se dibuja de las gargantas de esos “dos pájaros de un tiro”, y a través del telelocalizador que nos ofrece la web www.kmsolidario.com podemos comprobar que algo que podía parecer inalcanzable, es tan real como la vida misma.
En estos días en los que nuestro país pasa delicados momentos, en los que el horizonte se oscurece, bajan las nubes y se eclipsan las esperanzas, nuestro pueblo vive su particular ilusión. Ahora, cuando pudiera cernerse sobre nosotros el más absoluto hastío e inmovilismo, petrificados ante una depresión social y económica sin precedentes, saca su corazón un paisano nuestro, Kiko Lozano, y lo somete a un ejercicio sobrecogedor de generosidad y trabajo físico.
La transibérica es una hazaña deportiva de trascendencia social. Los únicos obstáculos para nuestro deportista son los valles, las cumbres, los caminos, los ríos, los cruces, la fatiga muscular, el desgaste calórico de su cuerpo. No son pocos, pero se quedan en nada porque su objetivo es tan claro que no hay lugar para mirar atrás. Desde las fotos, vídeos y declaraciones que nos llegan, se le ve en un estado de concentración tal que no tiene tiempo para pensar en su propio cansancio. Lo único que pasa por su mente es que se consiga el motivo fundamental de la gesta: la recaudación con fines solidarios.
Imaginémonos por un instante y hagamos composición de lugar de lo que se está viviendo en este grupo humano del KM solidario. El alba hace su aparición y empiezan a rodar las piernas. Día tras día, como el que deshoja un calendario, Kiko nuevamente se calza sus zapatillas, se enfunda en su particular sueño, que ya es el de todos, para devorar el kilometraje que tiene por delante. El chasquido de sus pies sobre la tierra, entre el sonido de los pájaros y de la brisa de los encinares de dehesas; esa acústica tan solitaria de la bicicleta por entre carreteras y caminos bajo la fricción de la cadena sobre los platos y los piñones; o su respiración periódica, milimétricamente repartida entre las fracciones de segundos. Expone su cuerpo, su sobreesfuerzo no para su reconocimiento, sino para dar un haz de luz a las familias egabrenses que sienten el peso insondable de la oscuridad.
No hay otra. Se comprometió con su pueblo a hacerlo y por mucho que en algún momento no pudiera, tiene que hacerlo. Su valentía es la antesala de la proeza. Por eso, no podemos quedarnos indiferentes, porque nada más que por lo que está haciendo merece el más rotundo y unísono apoyo de todos. El que se siente deportista y ha probado los sinsabores de los duros entrenamientos y rutinas rígidas, mediadas con adversidades y lesiones imprevistas, sabe como nadie del tiempo que Kiko ha empleado no para su beneficio, sino para el de los demás. Y por todo ello, al menos para quien suscribe, el verle atravesar páramos, sierras y caminos de nadie, es motivo ya para que nos quitemos el sombrero y nos descubramos ante el gran riesgo que ha asumido de forma voluntaria.
Si grande nos parece su calidad humana, no se quedan atrás los hombres y mujeres que le acompañan. Personas que le han quitado tiempo a su familia y a ellos mismos, que han pedido permisos en los trabajos o han gastado parte de sus vacaciones, para entregarse a la causa, apoyar a nuestro atleta egabrense para erosionar las dificultades, hacer grupo y cultivar el mejor ambiente para su estado anímico. Como auténticas hormiguitas, perfectamente compenetrados, todos tienen su función: unos periodistas y fotógrafos, pendientes de informar a los medios y atenderlos; otros encargados de la movilización de vehículos y logística y estar a tiempo para las transiciones; otros de la recuperación física y anímica del deportista; otros de la intendencia y la preparación de una perfecta nutrición durante esta larga travesía. Urden cada etapa y la programan para que ni el más nimio detalle se escape. Sólo así, se podrá conseguir el reto.
Así pues, por todo esto, recopilando y haciendo acopio de lo que están fraguando nuestros paisanos, uno no puede sentir otra cosa que el orgullo de ser de Cabra y de que paisanos suyos sean capaces de hacer algo de estas dimensiones deportivas y sociales.
Qué mejor forma de responder a sus esfuerzos, que sumándonos todos en todos los sentidos. Gracias por hacer de Cabra un pueblo mejor, paisanos. Y mucho ánimo para lo que resta, que dentro de poco conquistaréis las anheladas tierras gallegas. Mientras tanto, nuestros dedos pegados al móvil y cada uno en la medida de sus posibilidades mandando la palabra kmsolidario al 25532, o bien haciendo llegar su ayuda a través de otras vías de las que se informa perfectamente en medios digitales, en ATV televisión y Radio Atalaya.
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