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YO SOY BANDERA
01.09.10 - Escrito por: Eduardo Luna
Es tiempo para que la Patria se deje conquistar por el nardo. Los pinceles y las gubias que labran conquistas del corazón que ahora y sólo ahora, tienen una explicación inexplicable para hacernos más fuertes y compactos.
La bandera de Cabra, es verde que refleja manantiales de paz en los ojos palpitantes que al mirarlos nos hacen navegar a toda vela por el océano de tu fiel mirada. Es verde de tierra que grita dolor y gozo al mismo tiempo, que hace emanar raíces de pasos miles y miles vienen y van buscando gloria por vericuetos y estrechas paciencias. Porque es verde tu color, porque elegiste el verde para crear escuela de esperanzas en tiempos de angustia. Tu verde es verde morado de largas colas de espera para que el reloj matice un shock de sensaciones cuando el número cuatro se convierta en un halo de júbilo contenido.
Y si es blanco y la pureza de tu vientre y tu ser se conjugan por verte Señora, para hacernos mejores con la brisa que dejan las viejas promesas cumplidas. La bandera de Cabra, es blanca sin mancha alguna. Espera el blanco que alguien escriba sobre su espacio recogido y nadie lo hace porque los besos no tienen color. Blanco sin escudo ni emblema, sólo envuelto en el aire de torres más antiguas que ellas mismas, dónde ondean vergeles de plegarias de los que escriben tu historia a diario.
Pero es amarilla, como el oro que corona las sienes de la que siempre escucha entre el silencio amable de un santuario que es puerta de entrada y salida para las almas. La bandera de Cabra, es amarilla y huele a campo, a primavera que llega en Septiembre, es amarilla de polvo y romero, es amarilla como las olas del mar bravío de los campos sembrados de Cabra. Mezclando el olor del sol y el fulgor de la luna, el amarillo se concentra en perlas de mantos bordados para cubrir entre multitud de Vivas y Oles a la que siempre espera, a la que siempre aguarda, a la que siempre ama. Tu color es el amarillo de las flores que emergen cuando los nardos etéreos invaden de fragancias los conventos de Cabra al pasar, en alguna bella tarde de Agosto.
Rojo arde desde las entrañas, a la cúspide de la pureza, que baja desde la cumbre de los anhelos al valle de los recuerdos en aires de soledad cuando llegamos al lugar dónde el diálogo se mezcla con la luz de alguna vela. La bandera de Cabra, es roja y fluye desde la promesa de un cirio en el velario de La Asunción, al rojo de un atardecer que junto a ti es aurora y rocío. Si es así, es porque roja quiso ser la sangre de todos los que somos uno y en uno nos convertimos por la sincera declaración de amor a tus plantas soberanas que son nuestro cielo y nuestro mar.
Cuando sientas el rojo de la bandera no tendrás más frontera que ese paraíso de despedida que es Palacio, ni más territorio que aquel que marca la frontera de una fuente que lleva su sangre transparente para alimentar nuestro cuerpo. Rojo es por roja la bandera del fulgor maternal de quién siempre se hace nuestra entre los colores de un arco iris vestido para la ocasión de carroza imperial.
Yo soy Bandera, porque somos Cabra en una misma persona. Yo soy Bandera porque esta ciudad merece sentirse en sí misma a cada paso. Yo soy Bandera porque la nación que me apasiona es grieta de casas viejas que duelen como si el dolor fuera bálsamo. Yo soy Bandera, tierra, hasta el fin de mis días fugaces. Yo soy Bandera de Cabra, bandera con sones de guerra, bandera de cielos multicolores.
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