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La Importancia de Llamarse Gestor
12.09.10 - Escrito por: Jesús Gómez Medina
Oscar Wilde tenía una comedia deliciosa y recomendable (The Importance of Being Earnest, en el original en un juego de palabras sutil). Sutileza que por desgracia cada día es menos moneda de cambio común tanto en lo que vemos día a día en la telebasura e informativos teledirigidos todos ellos al control mental de las masas, cada vez con más datos pero – paradójicamente - más desinformadas.
Estos días de inicio de curso, de gestiones por doquier despertando del letargo veraniego de ese mes de agosto de obras y calores donde los servicios se reducen a la mitad porque no se sustituye a quienes se van de vacaciones en todos los entes públicos o privados.
“Que no nos pase nada en agosto, que las llevamos claras”, suele pensar el españolito de a pie.
Peor aún lo llevaremos en un año electoral donde en muchos casos la gestión se llena de tintes electorales y donde se verá cómo gestión y rentabilidad política se miden cuantitativamente y van de la mano en muchos aspectos.
Son los precios de una clase política casi profesionalizada en muchos sentidos, con militancias llenas de adeptos con la boca abierta a la espera de las migajas que les puedan caer por estar en tal o cual lista o por seguir al líder haciendo la pelota hasta la extenuación. Casos de tal índole podríamos citar en el espectro político del día a día – por desgracia- a cientos. Es por ello que en estos días el agitamiento de las masas políticas sea manifiesto y el ciudadano de a pie observe inquietud en las altas esferas pese a que de cara a la galería se venda que aquí no pasa nada y todo está tranquilo. Como decía Siniestro Total, aquel grupo gallego de pop gamberrete en uno de sus títulos: “Ante todo, mucha calma”. Poses vendidas no se sabe si para tranquilizar a los bancos de votos o a las propias conciencias. Candidatos que no quieren presentarse pero a última hora milagrosamente se presentan. Rumores y radios macutos a toda marcha.
Ya empieza a sentirse en las ondas el baile de improperios y los contubernios ahogados en la mayoría de los casos por el peso de la maquinaria aunque los estandartes esgrimidos sean personajes dóciles y con poca entidad pero eso sí: mansitos ante la corriente que domina – la cual tiende a olvidar que hasta el Gran Sacro Imperio Romano tuvo su caída y nada es eterno o imprescindible en la viña del Señor.
Es hora de pensar en líderes reales. No aquellos timoratos a la hora de tomar decisiones, las que más que resolver se limitan a poner trabas o resolver cuentas pendientes. Es hora de aunarse ante la crisis y olvidar diferencias. De santiguarse ante las dificultades y arremangarse para trabajar, no para figurar en listas.
Nada desalienta más al usuario que la inoperancia de los gestores a veces poco cualificados para el trabajo que les ha caído por obra y gracia de un poderoso dedo bajado del cielo o de cremallera. Muchos consejeros delegados de empresas importantes públicas y privadas son así nombrados y luego viven retiros dorados multimillonarios mientras los pobres de la clase media sólo saben en estos días sacar el paraguas y apretar los dientes por lo que pueda seguir lloviendo.
Qué puede despertar más desazón que contemplar responsables de cargos que resoplan ante los más nimios problemas (incontables, eso sí – pero inherentes a sus funciones-), siendo ésta actitud la respuesta con la que pagan a las cuitas ajenas. Señal manifiesta y alarmante de que quien así obra poco muestra a las claras de sus cualidades resolutivas. En momentos como éstos poco se precisan de buenas palabras, escuchas y mostrar carácter de benignidad personal. No se trata de ganar concursos de fama, sino de ser coherentes y con capacidad de gestión.
No puede ser la respuesta de uso común al usuario la consabida: “Estoy muy ocupado/a”, “para problemas, los míos”, “es muy difícil gestionar en la crisis”. Frases como éstas las habremos oídos muchas veces e igualmente poco nos han ayudado cuando hemos acudido a quienes nos las sueltan porque no saben salir del atolladero ante el que les ponemos los ciudadanos o usuarios. ¿Dónde está la llamada empatía tan necesaria a nivel de recurso humano del gestor?. Los hay incluso que se dedican a vituperar de problemáticos a quienes les apremian en ejercer su función, su trabajo.
Precisamente la palabra crisis en su raíz indica cambio, pero no tiene el matiz negativo con que se baña día a día. Crisis es oportunidad de hacer las cosas creativamente y de diferente manera. No de ver quién lava más blanco la imagen propia. De nuevas opciones de empresa, de oportunidades de sanear lo podrido, lo que no funciona.
Del gestor público o privado sólo debe esperarse una actitud de escucha activa, empática, y una garantía de real interés en resolver los problemas de las personas más que vender slogans usados donde se priman los individuos cuando a la hora de la verdad lo que prima son los proyectos de la maquinaria propia a su servicio, por supuesto.
Otro mal de la piedra institucional suele ser la postergación del problema o la acción de ignorar por respuesta. Como si los problemas a base de postergarlos se disolvieran como sal en el agua. Similar respuesta suele ser introducir al ciudadano en el laberinto de la maquinaria burocrática y del protocolo, de manera que por una parte se le confunde y por otra se le fascina y arredra. ¡Qué visión de presente y futuro tuvo el genial Larra en su renombrado artículo “ Vuelva Usted Mañana”. ¿Quién no se ha sentido a veces en ciertos trámites perdido en un laberinto de papeles, de tecnicismos y trámites se índole administrativa variada: civil, judicial, sanitario, económico, etc?. Cuando la máquina que resuelve tiene engranajes interdependientes pero a su vez desconectados entre sí hace que sea muy fácil guiar al usuario por al laberinto – que ríete tú del de Creta- cargado con su cruz particular condenado a una digestión administrativa infinita convirtiéndonos en modernos Sísifos.
Entre otros usos desvirtuados de la enfermedad conocida como “gestosis” otra moneda de uso común es la creación de una comisión (recientemente he revisitado la película cómica-con un gag donde se emula esta costumbre- “Eric El Vikingo” del director Terry Jones – acompañado de sus entrañables amigos los Monthy Pyhton, aquellos que también ridiculizaran tales maneras de gestión en “La Vida de Brian” en el episodio de los disidentes judíos). Se suele comentar en los hemiciclos y pasillos de entidades que si no quieres resolver algo, forma una comisión. Labordeta tiene un libro muy gracioso y recomendable titulado “Memorias de un Beduino”, donde habla de sus vicisitudes con estos órganos.
No obstante, si atendemos a los gurús espirituales que - con semejante panorama cada vez más van a hacer su agosto ante los cada vez más deprimidos ciudadanos (véanse los datos de ansiedades en sociedades avanzadas ). Cierta vez tuve la ocasión de ver en Lucena a Ramiro Calle – destacado maestro espiritual con publicaciones variadas que supongo precisa poca presentación- en una acertada actividad sobre Oriente, magnífica iniciativa del buen amigo y concejal lucentino de Cultura Manuel Lara, y en la que se exponían ciertas enseñanzas de autoayuda. Tal que una era la de convertir en nuestro maestro de paciencia a quien pretendiera irritarnos con su inacción, incompetencia o provocación, o en maestro de humildad a quien de por sí fuera soberbio o prepotente- otra enfermedad muy común ligada a la gestosis.
Consecuencias de ese reverso tenebroso de la gestión también es escudamiento en el establishment a costa de denigrar a los anteriores gestores. Eso sí, no dudando en usurpar méritos impropios o heredados para venderlos como iniciativas personales ( en la película “Armas de Mujer” se trata el asunto).
Otro mal conocido en las esferas del poder lo nominaremos “coditis” o meter el codo al de al lado a fin de eliminarle por acoso o aburrimiento. Eso sí, no sin antes darle una cierta dosis de vilipendio para así justificar la marcha por hastío del que antes se sentara en similar silla.
Hay quien dice que tales males son patrimonio nacional. Creo que más bien son comunes en el mundo de la gestión internacional, nacional, regional o local. Véase recientemente los ardides de la empresa de galletas Gullón donde tuvieron que realizar junta de consejeros dentro de un coche en un aparcamiento.
Pocas veces, las menos, nos encontramos personas resolutas, decididas, competentes que inmediatamente se convierten presa de otras especies. Fácil es tildar de joven a alguien sobradamente formado, o de marcar con alguna otra etiqueta peyorativa a quien pueda ser aspirante a gestor. Veremos en este año muchos de esos casos en los papeles impresos, así como variados subterfugios en fuego cruzado a modo de imputaciones, rumores, sondeos, y otras armas arrojadizas, pues nada hay más peligroso que un rumor infundado.
Desde una filosofía que luce de pregonar pero no actuar- del regodeo en un “Chunda Chunda Infinito de Pompa y Boato”- véase cualquier Mortadelo donde se dibujen reuniones de administración o protocolos-. Del “estar más que del ser”, poca esperanza puede administrar en la ciudadanía.
Hoy día están más de moda que nunca las películas españolas de los años 50, aquellas que retrataban la dura realidad social con humor como único arma no censurable. Recomiendo revisiten “El Pisito” o “El Cochecito”, ambas con guión del maestro Azcona. Igualmente les recomiendo vean “Cándido” (o pongan un pobre en su mesa), del genial Berlanga. Verán similitudes con las realidades de hoy día.
Se avecina un invierno de lluvias no exclusivamente meteorológicas, donde muchos gestores se acurrucarán y aferrarán al paraguas para aguantar lo que llueva (si es posible con los ojos cerrados o como el avestruz, con la cabeza bajo tierra). Se avecinan momentos de escaparate y ventas. Donde los eslóganes como aquella campaña del Colón: “Busque, compare… y si encuentra algo mejor, cómprelo “tendrán vigencia en plan electoral.
Donde nos dirán frases bonitas como las de los anuncios: “No es lo que tengo, es lo que soy”, donde habrá campeonatos de campechanía y buen rollo. De campeonatos de dardos hacia el rival, de información y desinformación. De ganarse a pulso esa importancia de llamarse gestor con que titulo esta reflexión.
Por todo ello y ante el presente curso vital, retomaría la frase ¡“Ante Todo, Mucha Calma”!, que hiciera famosa el grupo vigués de pop antes citado.
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