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MANUEL CASTRO ROLDÁN, in memoriam
09.11.10 - Escrito por: Lourdes PÉREZ MORAL
 La institución decana de la provincia de Córdoba está de luto tras el fallecimiento de don Manuel Castro Roldán. El que fuera hermano mayor de la Humildad y Paciencia también fue presidente de la Agrupación General de Hermandades y Cofradías entre 1989 y 1992. Realzar y dar mayor esplendor al fenómeno religioso por antonomasia en Cabra no fue ni es empresa fácil aunque tampoco imposible.
Hoy como ayer, Manolo Castro tenía que preparar la Semana Santa de 1990. Lo acompañaba una Junta dispar pero eficiente y con unos objetivos claros: revisar los estatutos, crear un itinerario oficial, fomentar la formación cofrade, facilitar el ingreso de cofradías en la entonces denominada Asociación y crear una junta de gobierno para procesionar al Resucitado, pero antes, quería que la sede oficial de su presidencia fuera la Parroquia de Santo Domingo de Guzmán y así fue.
El asunto de la cofradía de la Misericordia había quedado pendiente. Por unanimidad quedaba incorporada a la Asociación después de haber sufrido dos años de sanción. Por otra parte, la hermandad del Rocío hacía lo propio después de la presentación de sus estatutos. Solventados los ingresos, había que organizar el itinerario oficial. Todas las hermandades y cofradías coincidieron en que era necesario organizar un recorrido y horario obligados. La normalidad fue la nota característica de la Semana Santa de 1991 pero quedaba mucho trabajo por hacer.
No se había procedido a la renovación estatutaria cuando, amparándose en uno de sus articulados, varias hermandades y cofradías acordaron que había que someter a estudio la carrera oficial. Querían reducir el trayecto pero, en la Semana Santa de 1992, hubo graves inconvenientes para cumplir los horarios que previamente se habían fijado. En otro orden de cosas, las relaciones con el Ayuntamiento eran cordiales y fluidas pero no con las hermandades y cofradías para con la Asociación. La reforma de los estatutos y la procesión del Resucitado eran sólo la punta del iceberg.
El primero no podía esperar y los estatutos fueron aprobados el 19 de Febrero de 1992 bajo la denominación de Agrupación General de Hermandades y Cofradías de Semana Santa de Cabra. Para el segundo, si hubiera existido una junta de gobierno para procesionar al Resucitado al margen de la Asociación, la obligatoriedad hubiera quedado en un segundo plano pero, Manolo Castro, no lo pudo conseguir. El ambiente estaba caldeado y empezaba a fraguarse una nueva situación en la historia de la ahora Agrupación. Era la dimisión en pleno de su junta de gobierno. Una nueva cofradía quería hacer acto de presencia. Era el Buen Fin.
El 15 de Julio de 1992 no se recibió ninguna candidatura. El 13 de Agosto tampoco. La Agrupación estaba en el aire. El 29 de Octubre se presentaba don Rafael Ruz Montes. Su deseo era “que entre la junta de gobierno y el cabildo, formado por los hermanos mayores de nuestras cofradías, no existiera ningún tipo de dicotomía. Que el cabildo -era- soberano y por ello -era- necesaria la participación de todos sus miembros, que la junta de gobierno no -era- un ente a parte sino que -formaba- junto con el cabildo la Agrupación”. Necesitaba, por tanto, la colaboración de todas las hermandades y cofradías egabrenses.
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