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Los Otros Chicos de la Crisis.
21.11.10 - Escrito por: Jesús Gómez Medina
La vida está llena de contradicciones así, por naturaleza. Sin embargo la condición humana tiende a acentuar las diferencias. Quizá por ello exista una corriente de pensamiento tendente a compensar dicha manifestación brutal de la ley de la selva o de la supervivencia de las especies que en términos humanos se centra en la llamada jungla de asfalto y que hoy día debería llamarse la jungla bursátil, donde a diferencia de la animal no existe la sensación de saciedad, sino el acendrado deseo de acaparación más exhaustivo.
Recuerdo de pequeño que había quien decía: “Es bueno que gobierne quien tiene dinero pues quien no lo tiene cuando llega al poder se sacia a costa de las arcas de todos”. Nada más tendencioso ni alejado de la realidad, pues es bien comprobado que quien más tiene más codicia y más trabajo dedica a conservar cuanto menos su patrimonio. La avaricia no entiende de clases.
Es curioso que recientemente los grandes especuladores o millonarios del mundo hayan hecho examen de conciencia y recapacitado- no sé si para ganarse una parcela en el cielo al que supuestamente vayan según sus creencias, y de la que espero no se dediquen a especular con otras almas cándidas y gemelas-. Parece ser que los Buffet, Gates and Company quieren extender su exclusivo club filantrópico al resto de multibillonarios andantes por el foro global para legar gran parte de su fortuna – adquirida según las reglas del capitalismo más salvaje- a favorecer a los más menesterosos. Cosa extraña. ¿Será que querrán desgravar fiscalmente sus almas en el día del Juicio Final?
Prefiero quedarme con el gesto y congratularme de que semejantes peces gordos también tienen conciencia. Quizá sea debido a que ciertamente en sus alturas hayan comprobado que el dinero no da toda la felicidad y que el bien compartido sí que parece favorecer cierto sosiego espiritual.
Parte de esta reflexión me ha sobrevenido del visionado de la película “Los Otros Chicos”, película paródica de la acción clásica americana de persecuciones de coches, jerga policial y vacío de valores inherente a la sociedad del libre consumo. Aún siendo una película más bien de corte mediocre, orientada a ver sin pensar y sólo salvada por algún atisbo de originalidad entre los cuales destacaría la presentación de los créditos. Esos que apenas nadie ve pues todo el mundo se levanta apenas empiezan a aparecer las primeras líneas con nombres que se mueven.
Recuerdo un cortometraje que narraba cómo cierto acomodador obligaba a ver a los espectadores las películas hasta el último fragmento de crédito. Inusualmente en este nuevo filme americano tiene más interés la información proporcionada en los créditos- a modo de estadísticas -que la trama en sí desarrollada que no es sino un cúmulo de acciones atropelladas y disparatadas. Es precisamente el epílogo lo que dota de sentido la cinta que a través de él se convierte en sátira del mundo de las finanzas. Las mismas que han visto cómo sus números escondían kilos de avaricia reconcentrada.
Personajes del estilo Madoff condenados a siete vidas en prisión (con sus bienes tangibles subastados, pues los intangibles reposan el sueño de los justos en cualquier paraíso fiscal y al alcance de cualquier sociedad a nombre de sus herederos, como mandan los cánones de todo granuja de guante blanco): el ideal de muchos especuladores.
Como muestra, un botón. En los datos finales de los créditos antes citados se indica, por ejemplo, que cada ciudadano americano ha pagado 2.258 dólares para restituir la deuda generada por los grandes inversores. ¿Cuánto nos ha costado a cada uno según lo pagado por el estado y demás medidas anticrisis – Plan E incluido-?
Cómo en las penas del día a día de todo vecino de Cabra o allende los mares se ubica el sufragar la hipoteca a costa de años de compromiso -cual cadena perpetua económica -y llevando una vida en parte supeditada a devolver intereses que posteriormente son invertidos en fondos de dudosa finalidad.
Cómo las grandes empresas como Goldman Sasch, AIG( cuarta parte del déficit generado) y otros grandes bancos – tan grandes como para no ser dejadas en quiebra por su volumen de inversión- siempre sacan tajada bien con ayuda de sus artimañas bursátiles bien mediante la dádiva del tesoro público.
Cómo ciertas empresas constructoras otrora incólumes e instituciones públicas adeudan a proveedores -que a su vez ven subir el agua del déficit hasta su cuello con cierta indefensión- mientras otras empresas con enchufes sí saben sacar renta de la crisis adjudicándose obras públicas y repartiéndose el pastel de grandes a medianas( las pequeñas quedan fuera de toda puja ) y siempre con margen suficiente en ganancias a través de estrategias como limitar el número de trabajadores – eso pese a que dichas adjudicaciones fueran enfocadas en dar trabajo.
Retomando el hilo, recordar cómo en el punto álgido de la crisis, mientras aquellos gigantes corporativos americanos o europeos no tuvieron problema en recibir inyecciones mil millonarias de capital bien en dólares o euros, los ciudadanos de a pie ven cómo les embargan su vivienda a la que no pagan algunos misérrimos recibos. O los pocos que intentan acceder por primera vez a una vivienda se encuentran con condiciones de préstamo difíciles acentuadas por un precio de la vivienda aún abusivo- mayor en el centro de las ciudades reservado sólo a pudientes.
Mientras millones de personas iban al paro, los 73 ejecutivos de AIG - responsables de grandes pérdidas- recibieron un plus en bonos por valor de 1.200 millones de dólares. Viven – como los futbolistas- en otra galaxia.
En los créditos se nos muestra cómo la diferencia entre un sueldo de ejecutivo se situó en 319 veces el sueldo medio de un empleado normal desde 1914 hasta 2010. Cómo el salario medio de un ejecutivo de gran empresa en 1998 era de 2.300.000 euros y en 2010 era de 11.800.000 en 2005. Mientras un policía tiene 1.500 dólares de paga de retiro, un ejecutivo tiene de media 83.600.000, ¿quién sufraga ese capitalazo? ¿Es diferente en España? ¿Nadie recuerda pensionazos de ejecutivos de bancos en España?
Y es que la crisis está aún lejos de resolverse pese a los deseos de políticos que, con elecciones acogotándoles – hasta lo ha sufrido el infalible Obama en propias carnes-, ya quisieran poder respirar aires pasados donde todo era bonanza –generada, eso sí con el dinero ficticio de los inversores y especuladores que ayudaban a los estados comprando su deuda barata o financiando ladrillos.
Es por eso que en este río revuelto el Gran Pescador (o sea, China) haya adquirido cada vez más peso ( ya se veía venir de largo que el gigante iba a despertar tarde o temprano) en el mundo global y tienda sus redes en: inversiones americanas – lo cual no deja de generar mutua dependencia, de ahí la reunión Obama y Jin Tao- ; en naciones sudamericanas que ahora son el motor de crecimiento o exportaciones por doquier amparadas en una divisa por los suelos a modo de bomba de relojería mercantil que hace saltar las empresas productivas de los países a donde llegan( véase en lo textil, calzado, etc… ).
Soplan vientos de austeridad en los domicilios – los cuales ven cómo alguno de sus miembros están en paro- ; en los ayuntamientos- donde acostumbrados a los impuestos sobrevenidos del ladrillo o recalificaciones- con cada vez más servicios ( sobrevenidos o auto inventados) que atender en ese proceso de descentralización mal calibrado y que genera deudas que ríete tú de las de algunos equipos de fútbol o metidos en proyectos megalomaníacos electoralistas y que exceden sus posibilidades presentes o futuras pues toda nueva estructura supone un coste futuro; en las Comunidades Autónomas que se están convirtiendo en Reinos de Taifas que ganan su peso según dicte la cuota de votos en el Congreso y que peligrosamente acceden a competencias que pueden generar desequilibrios en la balanza nacional – véase la lucha por los tramos de IRPF y demás impuestos; el Estado en sí que creyendo vivir en un paraíso del café con leche para todos -o estado del bienestar mal entendido y aplicado -queda capturado por los vientos electorales sin que realmente nadie actúe por el bien de la gestión sino por la rentabilidad política. Eso de una u otra parte. Luego vienen los varapalos de la Madre Europa y cunden las alarmas siendo el primer recurso el recorte de sueldos en funcionarios, pensiones y ajustes en los asalariados sin que nadie toque un solo pelo del traje a rayas de los ejecutivos más honorables pues a fin de cuentas son los que detentan el capital que sostiene a las empresas ya fueran grandes, medianas o pequeñas.
Hace poco se ha anunciado que los grandes bancos – considerados estratégicos- deberán tener reservas de capital suficientes para afrontar eventuales crisis. Me pregunto: ¿de dónde provendrá esa enorme masa de capital? Mucho me temo que de donde siempre. Ya llegarán los inventos en forma de comisiones, subcomisiones, subrogaciones, cláusulas y demás estrategias para sangrar al más común de los mortales, pues un poco de muchos hace un todo. Pensamiento, por cierto, no muy alejado del que manejan algunos gobiernos y justificado por la reciente crisis irlandesa – donde el paradigma de la rebaja de impuestos ha sido a todas luces aleccionadora en cuanto a resultados.
Antes de que lleguen los tiempos en que los grandes partidos jueguen al despiste- unos con medidas para distraer la atención y el debate planteándose cuestiones de enjundia social, y otros haciendo temblar al ciudadano con mensajes quasi apocalípticos pues ya se sabe que a río revuelto, ganancia de pescadores y con la mente puesta en privatizar el resto de joyas de la corona que quedan de la herencia común no desdeñando de reservarse en cartera medidas a la británica nuevamente encaminadas a fustigar a la clase media europea. La misma que mientras tanto en Brasil se está fortaleciendo.
Supongo que como cada vez que hay un problema se suele tender a decir que debe incorporarse al sistema educativo una enseñanza en ese sentido, como si la solución de todos los males residiera en un currículo adecuado y no en un compromiso de valores en toda la sociedad empezando por las fuerzas que la representan.
Como la formación está claro que cada vez es más necesaria en un mundo cambiante, y en ese punto todos estamos más bien de acuerdo y visto que para generar confianza nada hay mejor que un líder que lo haga (véase incluso en los principales clubes de fútbol que se aseguran entrenadores con personalidad y saber gestionar sus recursos) añadiría que tal medida debe empezar por la clase política donde muchos de los males residen en su escasa formación. En estos tiempos que corren no es tan necesaria la pasión ideológica como la formación básica, la capacidad de gestión de problemas e independencia económica de cada uno de quienes se postulen para representarnos desde las instituciones más pequeñas a las más elevadas. En ello nos va el futuro más de lo que creemos para evitar que esos otros chicos listos de las finanzas nos hundan de nuevo.
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