|
A la espera del atardecer.
07.04.11 - Escrito por: Eduardo Luna
Yacerá tu pregón, querido amigo, en las páginas frías y desconsoladas de la soledad del pregonero, a la que tanto llaman las manos que escriben por romanticismo, por nostalgias, por experiencias sencillas, por vivir cofrade, por sentir cofrade, por amor.
Dormirá en una biblioteca de plumas que zigzaguean mientras duermes el sueño de unas leves horas que son divinas y humanas, cercanas y lejanas, atrayentes y luminosas como la luz que entra por una ventana que se abre en cualquier casa del barrio del Cerro en vísperas de su boda con la primavera.
Te dejarás llevar en un barco de letras y voz, sólo voz, cuando mandes el paso más efímero y divino pasando cada hoja de esa expresión oral que irá marcando tu vida, la vida en un atril por el cual pasaremos todos a través de tu corazón que arderá por tus labios en mañanas y atardeceres de tinieblas y candelerías desagrándose de cera por amor.
Engrandecerás, sin el menor atisbo de duda, este simbólico y esperanzador acto que congrega la pasión, con ese nudo de miel en la garganta que nos hará reposar el placer de rememorar junto a ti las horas eternas de nuestras estaciones de penitencia.
Rezarás sin morderte los labios, esos que han besado los siglos en esta Cuaresma, en una mirada atónita de tu a tu con la historia y el arte, con la devoción y los gozos. Cada página será enclaustrada de corazón adentro, porque ya jamás, un día será día, sin evocar la gloria de sentirse todos en un retazo de tiempo que añora su paso en cada paso de aguja que nos devuelve al infinito al escuchar lo que hemos querido palpar de alma hacia fuera en unos días que están llamados a la gloria.
La sentimental alianza con la primavera convertirá los versos en azahar soberano, la melancolía en rocío, tu carta, esa carta de piedras de sal se desmenuzará en cada pestañear al son de un rachear de plegarias bajo la oscuridad de cualquier paso de nuestra Semana Santa.
A la espera del atardecer de tu pregón, querido Mateo, querido amigo, nacerá un amanecer de esperanza porque una vez más volveremos a añorar el sonido de un silencio que recorrerá sin estridencias el alma de Cabra.
Suerte y un abrazo.
|
|
|
|
|
|