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La lluvia y las cofradías.
23.04.11 ENTRELÍNEAS - Escrito por: Antonio Ramón Jiménez Montes
Nada puede hacerse contra la lluvia en Semana Santa. Es como el mal augurio que nadie quiere y que se presenta cuando menos lo esperas.
Ni los modelos meteorológicos, ni las previsiones, ni lo avanzado de las tecnologías, aderezado con la buena fe de quiénes saben interpretarlo, puede predecir con certeza qué va a pasar. Puede que llueva, puede que no. Y nada se puede hacer, salvo tener que tomar una decisión urgente e inevitable.
Dicen, quizá con razón, que la razón de ser de las Cofradías, desde sus más ancestrales orígenes, es salir a la calle. Realizar la estación penitencial saliendo en procesión es uno de los objetivos o fines fundamentales en las cofradías. Y por eso cuesta tanto trabajo decidir qué hacer cuándo el tiempo se presenta inestable.
Tomar en consideración la importancia de salvaguardar el patrimonio material y también el humano que participa en las procesiones, es una decisión muy difícil para quiénes tienen que asumir si salir o no a la calle cuando el riesgo de lluvia se hace patente.
Unas veces, la ilusión de salir se une a la responsabilidad de dar cumplimiento a los fines. Otras, esos mismos planteamientos, hacen que se sopesen todas las alternativas y posibilidades. Y nunca, o casi nunca, se acierta totalmente. Hacer una afrenta al mal tiempo es casi tan complicado como enfrentarse a decidir si salir o no.
Por eso, en días como el Jueves y el Viernes santos de este 2011, en que estamos terminando la Semana Santa más alta en el calendario de este siglo, ver cómo se truncan las expectativas de cofrades ante la imposibilidad de hacer la estación de penitencia, es una de las menos deseadas opciones que tenemos los amantes de la Semana Santa y también aquellas personas, tantas, que se agolpan en las calles esperando ver las procesiones.
Hoy, cuando empieza a vislumbrarse el horizonte del final de esta Semana Santa, creo que hay que animar a los cofrades que, con buen criterio, han tomado sus decisiones. No vale decir, a toro pasado, qué hubiéramos hecho nosotros.
En la tesitura de una reunión urgente, que muchos conocen como “cabildo de aguas”, la decisión que se adopta siempre es difícil. Y evitar lo peor, es siempre mejor que ser demasiado decididos. Lo mismo que si se decide salir puede pasar lo que no queremos que pase y haya que buscar otra alternativa ya en la calle, sin poder hacer otra cosa que darse prisa para recogerse.
Enhorabuena a los que han podido cumplir con su finalidad de sacar a la calle las imágenes. También a quiénes han tomado una decisión responsable ante la adversidad climatológica. Y ánimo, mucho ánimo a cuántos han tenido que quedarse sin salir o han tenido que terminar a toda prisa sus recorridos. Mantener el legado de siglos, espiritual, humano y material, es una decisión que honra a quiénes así la han tomado en uso de sus responsabilidades.
Una decisión de este tipo es tan difícil como arriesgada, pero no es más que una tregua que cada año se nos presenta y que, pase lo que pase, nos llevará a una nueva Semana Santa en la que siempre esperamos poder ver todas nuestras cofradías en la calle.
Sigue cayendo la lluvia en la madrugada de este Sábado Santo egabrense, mientras tenemos la confianza de poder ver las tres procesiones que quedan en las calles para terminar la Semana Santa de 2011, que ya mismo formará parte de nuestras vivencias en el recuerdo.
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