|
Soledad: el río que nunca desemboca
23.04.11 - Escrito por: Mateo Olaya Marín
Capítulo del Pregón de la Semana Santa de Cabra 2011, dedicado por Mateo Olaya Marín a la Virgen de la Soledad.
Cae la última cuenta del rosario,
cuando los capuchones del último tramo
entran en la oscuridad del templo,
en este Sábado Santo de inmemoriales soledades.
Pasan cirios con cera lagrimeada
en la mañana sin horas de Cabra.
Llevan la forma de sus lágrimas,
esculpidas con el aire que al cielo
levanta su mirada de Madre.
Algunos cielos pueden esperar,
pero no el de Tu soledad.
Ese cielo lo queremos
cuando la Virgen llora con el mismo dolor
que nosotros lloramos a los nuestros,
cuando su cara es un jardín de flores de penas
que nos conquista el día en el que nada es imposible.
Cuando cruje el magma de la devoción
por Santa Ana.
Cuando la calle la Cruz,
es el camino más corto
para rezarle en la tristeza,
mientras tú, Soledad,
haces del llanto escultura de nácar.
Qué hermosa la tristeza, aquí,
en este rincón donde está tu Soledad y la mía.
Qué hermosa la soledad, aquí,
en el último sudario
de nuestros días,
donde amortajamos la Semana Santa que expira.
Qué hermoso el final aquí,
cuando a paso lento agoniza tu silueta
despidiéndose de la ciudad.
Qué hermosa la ciudad, aquí,
cuando parece estar agradeciéndote
que una vez más,
se haya obrado el milagro de los asombros,
de la creación de Dios en siete días.
Porque,
Cabra en ti descubrió el canon de la belleza,
los ojos que dan a la verdad,
las manos cerradas
que cobijan la soledad adulta,
y la tristeza que se ahoga
en lágrimas envejecidas por los días.
Porque,
más que ser soledad,
Tú eres el tránsito hacia ella.
En la calle no eres soledad:
eres esperanza sonrojada,
esperanza de alabastro,
presencia de gracia y dulzura,
fragancia de anuncio de resurrección.
Sólo cuando te recoges,
doblamos el cabo de otro año,
y percibimos que la soledad
es un estado de la ciudad,
un acantilado en nuestro espíritu.
Soledad la que nos corta el alma,
con el más hermoso quiebro de tu perfil
que soñarse pueda.
Tu perfil que nos descompone,
mientras te rogamos: vuelve, vuelve Soledad.
Vuelve Señora de la Pena
catedral del llanto.
Vuelve que eres la mujer
que con tu ausencia,
nos acecha la pesadumbre de vivir.
Vuelve, para que la luz fresca
de la mañana se empuje
por los visillos de las ventanas
que te esperan.
Vuelve, para que los pájaros
canten a los ausentes
y revolotee en los patios
el aire que anuncia en Cabra
la cita con los siglos
y los ritos de concordia.
Vuelve y quédate para siempre, Mujer.
Vuelve.
Sólo así tendremos tu belleza
para no morir de realidad,
Soledad.
|
|
|
|
|
|