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Cuando las columnas lloran
25.04.11 - Escrito por: Alejandro García Rosal
Esta Semana Santa, una nueva Semana Santa en el calendario egabrense, llena de contrastes y sentidos gestos ha supuesto una semana atípica. Atípica tanto en lo meteorológico como en lo que emocionalmente ha supuesto.
Esta Semana Santa he conocido una vieja tradición popular de la Parroquia, fidedigna en sus predicciones, más honda por su origen popular y su carácter romántico. Tristemente ha sido un fiel pronostico del fatal final que iban a tener unos días grandes que todos esperábamos.
Y las columnas lloraron, con sus malos presagios, como posteriormente lo hizo el cielo.
Y el cielo lloró, y todos debimos de aprender algo nuevo de esta primavera de sensaciones y emociones que cada año nos aguarda.
Todos y cada uno de nosotros aguardamos este momento para disfrutar con el trabajo bien hecho durante todo un año. Y no hay nadie que nos remedie ni nos socorra ante el mal trago; un esperado rocío de la mañana que se convierte en jarro de agua fría. Solo deja soledad y angustia en al alma como al nazareno desahuciado, que al tiempo nos dicta paciencia para seguir trabajando con humildad. Dolor, en el mayor de los dolores con el rictus mortecino de un santo sepulcro.
Y el cielo lloró y solo el sabe por qué.
Las lágrimas brotaron desde arriba por un amigo que ya no pudo disfrutar con nosotros esta nueva primavera de los sentidos, por un hermano querido, por una falta irreparable.
Y tú, Jesus, demostraste que sigues esperándome con paciencia, cuando ninguno de los dos sabíamos que el momento estaba cerca. Bueno, quizás tu sí.
Y resucitó como deben resucitar nuestros esfuerzos y anhelos; nuestra motivación y nuestras ganas; nuestros rezos y peticiones.
El trabajo se quedó a medio terminar hermanos, pero el camino es largo y se recorre durante todo un año. Bienaventurado aquel que se sienta en paz en su humildad, tras la triste decepción, por no haber podido compartir su cercanía y amor a sus Imágenes, con el resto del pueblo egabrense que cada primavera las espera en la calle para mostrarle su devoción.
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