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Fernando Priego
05.05.11 - Escrito por: José M. Jiménez Migueles
Son las 23:41 de la noche y, antes de acostarme, me gustaría dejar por escrito las sensaciones que esta tarde noche ha transmitido Fernando Priego a todos los que hemos abarrotado el Salón Carmen en la presentación oficial de su candidatura como futurible alcalde de la ciudad tras las elecciones municipales que se celebrarán a finales de este mes de mayo. Un acto en el que se presentaba la lista. Un acto en el que se presentaba el programa. Un acto en el que se presentaba Fernando. Un acto, en definitiva, que presentaba a uno de los máximos candidatos a ocupar el sillón de mando de nuestro Salón Consistorial.
Y las sensaciones transmitidas son muy positivas. A una lista donde la excelencia se presenta como una característica intrínseca de muchos de sus miembros se une un programa serio, honesto, prometedor y, lo más importante, realizable. Pero, no lo duden, el protagonista indiscutible ha sido Fernando. El candidato ha desarrollado hoy todo un alarde de capacidad retórica así como un óptimo dominio escénico para dejar bien claro que, si hay una persona en nuestra localidad que, por vocación personal y dedicación profesional, está perfectamente preparado para ocupar la más alta cima de responsabilidad de nuestro Ayuntamiento, es él. Y no les quepa la menor duda. Juventud, ilusión, esfuerzo, entrega, devoción o conocimiento son virtudes con las que podrá no ocultar, sino solventar, algunas de las posibles carencias que pueda tener, que nadie es perfecto.
Poco a poco, el jovencito al que pocos querían escuchar se ha convertido en una personalidad política que, a nivel local y, me consta que también a nivel provincial, se ha convertido en imprescindible tanto para su localidad como para su propio partido político. Una persona que poco a poco va adquiriendo el carisma necesario para estas lides y que sólo se consigue a través del trabajo y la dedicación. Una persona que, me consta, le hará ilusión leer estas líneas antes de acostarse esta noche, tras un día bastante duro. Ni más ni menos que la misma ilusión que me produciría el encontrarme, dentro de unas semanas, con que mi compañero de clase en la EGB y el Bachillerato, que ya entonces decía, medio en broma medio en serio, que algún día sería alcalde de su pueblo, haya cumplido su sueño de ser, ya por fin, el alcalde de nuestra ciudad.
Méritos le sobran.
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