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Elche
11.06.11 - Escrito por: María Araceli Granados Sancho
Qué mediterráneos me parecen los de Elche; amables y colaboradores. «También aquí la crisis ha azotado fuerte», dice el paisano de Gijón que nos sirve la comida, «más que en Murcia», donde reside la que escribe. No acierto a comprender por qué. Ya tiene ganas Matías, que así sea llama, de volver para el Nalón, porque la razón que le trajo hace diez años a la Manga palideció: el turismo.
Dice él que ahora este sector ya no está en núcleos específicos, sino en todos lados, y en ninguno. Se frustró su sueño de ser hostelero, porque puso un barecito en un barrio obrero –¡lo que pudo con sueldo de camarero!, que de eso sé yo–. Y cuando los ancianos y las amas de casa empezaron a tener dificultades, se acabó el sueño. Pero esto no fue contado en la luminosa Elche con pena, sino como respuesta a la pregunta de qué hacía un asturiano tan lejos de su hórreo. Y con sonrisa en la cara nos contó su historia, queriendo mostrar el tren que se le había ido.
Ir a Elche a encontrarte con uno de la cuenca minera es peculiar, pero puedo jurar que Elche está llena de ilicitanos. Y no me extraña. Si yo hubiera visto su Palmeral antes, también hubiera pensado en ir a esta «maravillosa ciudad», tal como dijo Amadeo de Savoya cuando la visitó. Vaya sorpresa para el visitante ingenuo, que imagina esas palmeras que le dan fama agrupadas en algún lugar de la ciudad, y descubre al subir a la torre de la basílica que toda Elche es palmeral, el cual ha ido desapareciendo para construir. Algunos huertos, como ellos los llaman, son tan grandes que ya no se te va a olvidar esa visión de oasis nunca. Y esto, ¡también está en España…!,y muy bien cuidado.
Deberás acercarte a sus baños árabes, que no son como los de Ronda, pero no están mal, coquetos y muy bien tratados por la industria turística.Pero si quieres ver algo extraño desde el punto de vista antropológico, habría que ir en agosto –el 14 y el 15– y los últimos días de octubre en años pares a ver la Festao misterio de Elche. En estas fechas escenifican los últimos días de la vida de María, su muerte y resurrección. La teatralización está prohibida desde el concilio de Trento, y, al parecer, esta es la única excepción que se permite. Pero, yendo a Elche, hay dos museos que recrean este asunto, y uno puede hacerse a la idea de cómo es la fiesta viéndolos. Impresiona ver en uno de ellos a la virgen en una cama en la misma situación que su pueblo la vela en una de las noches. A mis acompañantes todo esto les pareció de lo más normal. Reconozco que al llevar nombre mariano, me afecta todo lo que hagan con la Virgen.
No es nada despreciable el museo paleontológico que tienen, con un nido de huevos de dinosaurio y algunos animales y plantas, de estos remotos, que hasta a mí, que solo entiendo de Descartes, me impresionó. También hay una exposición de minerales que no está nada mal, y que me hizo recordar a nuestro profesor del instituto Antonio María. Bueno, pásate por allí, egabrense, recuerda que compartes con ellos el uso del latín en el gentilicio, y cómprate unos zapatos de los buenos y a precio de fábrica. Y no dejes de comer en toda esta zona el arroz con costra que no te dejará indiferente.
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