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Hay cosas que no cambian.
03.09.11 - Escrito por: Eduardo Luna
Así es y así será. Hay cosas que no cambian. Tu allí esperando y yo resignado a la espera de que llegues para hablarte una vez más y esperar que con tu mirada me convenzas de lo que debe ser y no fue. Puede que no haya cumplido algunas de las promesas que yo te hice a ti mientras sentía el frío en las rodillas y el frío en el corazón, puede ser. Cristiano pero sin ser ejemplo de nada y poco practicante, porque cuando se trata de practicar me gusta practicar el amor de cerca y la humanidad de frente.
Sigo siendo intruso en algunas vidas, pero tu como madre que amas y vives en nosotros, me acaricias con los colores de tu bandera que van tatuados en mis venas y diriges ese destino que necesito y que no llega. Pero, sinceramente, no soy más que un hijo tuyo, uno más, uno de esos que respiramos en septiembre y asumimos culpas y aptitudes en los aledaños de la parroquia que se hace pequeña porque tu presencia va más allá de un símbolo o una oración.
Tu vives en mi, pero yo no vivo en ti, es así, rehúyo de tu mirada, de tu presencia, de tu celestial verbo, de tu antología de mensajes que arden por dentro, mientras la cobardía me persigue en esa soledad que el tiempo me ofrece como menú diario. No merecemos la pena por despreciar tu mensaje maternal, no pierdas el tiempo conmigo, aunque no me dejes sólo, eso me haría sentir la nostalgia que tanto miedo me da cuando en la oscuridad de la noche los amores lo son todo y las esperanzas crecen en horas de deseo y paciencia. Quieres algo que yo no puedo darte?.
Y es así, no puedo, eso que tu y yo sabemos no puedo dártelo ahora, me es imposible, pero en pleno fragor de esa batalla interna, tu como madre y yo como hijo, tenemos esa complicidad que me convierte en tu instrumento y que siento cuando me llamas en el silencio. Hazme vela, pero de las pequeñas, permíteme iluminar por unas horas esa petición que no se cumple, que no llega porque la espera es más impaciente que su propio recorrido. Y ahí, hazme tuyo de cera y llama, de drama y azul, de manos y caricias, de corona y manto, de nardo y lágrima, de quise tenerte y no pude, de amor y odio, de celos y envidias, de dudas y tormentos, de miedo y valentía, de amor verdadero entre miles de amores que se hacen uno en un día que arde incesantemente de año a año.
Hay cosas que no cambian, por eso, ahora no cambiemos, dejémoslo todo como está, dejémoslo sentir, dejémoslo estar, dejémoslo arder a fuego lento, muy lento, muy despacio. No nos reprochemos nada, sólo tu y yo, el 4, ese día, en esas horas hay cosas que no cambian, ni deben hacerlo, abrázame si quieres en una lágrima y perdóname, soy débil, soy uno más, háblame, eso si lo necesito, háblame de esa manera sencilla como tu, como ese cielo de millones de colores que creas cuando ese océano con el que nos impregnas a todos desemboque en mi boca y en mis sueños. Discúlpame por todo, pero sabes algo? Te quiero y sé, cuando te veo, que tu a mi también.
Te espero, un beso.
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