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1912-2012: cien años de sinceridad e independencia

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La educación

14.09.11 - Escrito por: Araceli Granados Sancho

«La cultura es aumentar en el mundo el humano tesoro de la conciencia vigilante.»
Antonio Machado

La estampa maravillosa de Septiembre es, además de las fiestas patronales de las localidades, a mi juicio la vuelta al cole. Estos días son de precalentamiento para todos, profesores y alumnos. Puedes ver a las madres arrastrando a sus pequeños en las proximidades de los colegios; los de otra edad ya van solos, aunque también se arrastren. Volver es un poco incómodo para todos, pero creo que se pasa pronto, aunque yo recuerdo que mi hermano mediano, al que yo llevaba a esta institución “semicarcelaria”, no dejaba de llorar al dejarlo en la “fila”; y ya no recuerdo cuántos días seguidos durante cuántos años seguidos lo hizo. De uno mismo es muy difícil acordarse, pero sí recuerdo que mi maestro de primeras letras me dijo un día: ¿Rubia, cuándo vas a dejar de llorar todas las mañanas? Ya no lloré más.

En estos días yo estoy como los pequeñajos, con ganas de llorar, imagine usted por qué. Es realmente triste el vapuleo que los profesores tenemos que aguantar sobre la educación, y para más inri sobre nuestras vidas. Desconcertantes, y otros apelativos nada agradables, podrían venir aquí a pintar el cuadro de opiniones, que dentro y fuera de la educación, se emiten sobre este oficio del que todo el mundo entiende. Y estoy más que harta, de oír toda clase de apreciaciones generales e injustas sobre los profesores y maestros: sobre el sueldo, las vacaciones… Y sobre la educación, también sobre este tema puedes oír toda una ristra de mentiras que de tanto decirlas se convierten en verdad para el que no está en contacto con este mundo, que ya es difícil que sea una base que proporcione los recursos que hagan prosperar a este país.

Empezaré por arriba. Los que nos gestionan utilizan la educación como instrumento de demagogia. Frente a la actuación de Esperanza Aguirre –cuyo recorte no empieza ahora, sino que lleva años, bien lo sabemos los profesores que somos interinos de Madrid y los padres que ya no encuentran plazas en los colegios públicos–, se llenan la boca los socialistas despreciando esta política, cuando ellos hacen exactamente lo mismo. En Andalucía lo hacen de otra manera: en lugar de transformar los colegios en concertados y privados, ellos, por ejemplo, no cubren las bajas. Y esto sí que no es demagogia: no cubrieron una baja que yo misma tramité con un mes de adelanto.
No me caso con ninguno. El que me gobierna aquí donde escribo, del otro bando, ha dicho por activa y por pasiva, en boca de sus consejeros, que va a haber no sé cuántos millones de recorte –la cifra no la sé porque me pilló con la sartén en la mano, y, milagro, no se me callo–, pero, según dijo, no será en sanidad, ni en educación, ni en justicia… Los murcianos no logramos adivinar en que será. Hoy ya se ha resuelto el enigma, las adjudicaciones de profesores han salido hoy día 13 en la Región y el trabajo en las especialidades en las que yo conozco gente se ha reducido considerablemente. En la mía no llega a un cincuenta por ciento menos, pero está cerca de esta cifra. Y sigo: en un instituto de aquí al lado no han mandado a la directiva a día de hoy, y ya me dirá usted cómo va a empezar el curso sin este elemento de cabecera. Los profesores de la UNED en Cartagena no están cobrando sus sueldos. Y si a usted esto le queda lejos, porque no es de este gremio, sepa que la policía de un pueblo de aquí al lado lleva cinco meses sin cobrar. En La Opinión de Cabra también leímos hace unos días las condiciones en las que trabajaba la policía ahí donde usted vive.

Pero vayamos con los de abajo, con usted y conmigo. Ante tanta desgracia –porque esto son desgracias personales, aunque ellos lo traten como asuntos abstractos: desgracias en cada casa–, los trabajadores no movemos un dedo y estamos llegando a soportar lo indecible con tal de no asociarnos, ni comunicarnos , ni solidarizarnos . Porque lo que reina es el individualismo más extremo –¡mientras no me llegue a mí!–, y cuando tenemos un problema de este tipo es nuestro problema, y es raro que alguien trate de echarnos una mano. Más bien el compañero tiende a creer que, si te va mal a ti, tal vez él pueda mejorar, sin razonar que si ese es el rasero axiológico que utiliza con el otro, el mismo le caerá a él encima cuando surja la ocasión.

Y ahora voy con los sindicatos, que usted y yo esperamos que nos defiendan, y en los que no dudo que haya gente de buena voluntad. Esto ya me lo enseñaron mis padres, que no había que generalizar, pero desde luego los de la enseñanza no funcionan, llegan al conformismo más extremo y en época de recortes sociales como esta, no los veo en la calle ni organizando nada contra el que manda. Hace menos de una semana estuvieron en mi colegio concertado, diciendo que no estamos tan mal para como están las cosas. Y a la pregunta de mis compañeras, maestras de toda la vida, amas de casa, y con jornadas de 25 horas de asistencia al centro –solo las legales– sobre una hora suelta a la que tienen derecho para su propio trabajo y que deseaban desarrollar en casa, la respuesta del sindicalista fue: «Esto lo tenéis que negociar con la directora, pero con mucho tacto. Es como si toreáis a un toro bravo, los capotazos han de ser muy suaves». Dan ganas de decirle: «¿Y por qué no lo negocias tú, que estás en una situación de más independencia? Y, además, para eso te pagan.»

Yo observo una profunda insolidaridad, con tintes de envidia en muchos casos en este gremio, que no es una isla de la sociedad sino que es el reflejo de la sociedad misma. No en todos los casos es así, pero en ocasiones he oído a los profesores de la concertada y la privada, cuando he ido a trabajar, despreciar a los que trabajan en la pública porque trabajan menos y cobran más, etc. Entonces, ¿de esto se puede deducir que la forma de luchar por condiciones de trabajo más dignas para todos es ayudar con nuestro comentarios destructivos a que los que las disfrutan por su propio esfuerzo (porque ser funcionario no te cae en la lotería de navidad, en ese caso yo cambiaría mi mala costumbre de no comprar) pierdan ese estatus o lo empeoren? Pero, ¿por qué somos tan malos?

Los profesores de la pública trabajan menos horas que los de la concertada, es cierto; pero los de la concertada y privada están explotados, y, según parece, algunos no lo saben. Los trabajadores de la escuela pública utilizan también su tiempo para preparar bien sus clases, buscar nuevos materiales, innovar y formarse mejor. Los profesores estudian idiomas, hacen masters, cursan otras licenciaturas…, y esto no puede ser una excepción, porque yo estoy rodeada de profesores que están estudiando. Y claro que hay quien no hace nada para mejorar, esto también existe. Tal vez la solución sería premiar mejor al que lo hace, y no hacer desaparecer la posibilidad de formarse. Y, como padres, ¿no es mejor que los profesores y maestros tengan tiempo para hacer todo esto? Recordemos que nuestros instrumentos de uso como profesores son las personas: sus hijos y los míos cuando los tenga. Si somos mejores profesionales, ¿a alguien se le escapa que construiremos personas mejores? Aunque en esto también haya excepciones, como en todo.

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