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Tejera en Cabra
12.03.12 - DESDE LOS MIRADORES - Escrito por: Rafael Valentín Villar-Moreno
Estos Miradores especiales y de urgencia están motivados por el concierto que esta banda nos brindó ayer domingo en el Teatro el Jardinito. Como amante de la música cofrade tengo el Cd de esta formación musical “Tejera en Málaga”, que me ha permitido parafrasear el título. Hay una diferencia importante y si se me permite el simil deportivo Tejera en Málaga jugaba “en campo contrario”, y ayer lo hacia “en casa”, como a todos los grandes equipo a Tejera le da igual el campo donde juegue, siempre sale a ganar. Lo hace y además golea.
La reseña y valoración artística del concierto la tendrán los lectores de La Opinión, seguramente antes de que estos Miradores vean la luz, de plumas mucho más doctas que la mía, Mateo Olaya y Rafael Nieto analizaran con profundo conocimiento las facetas técnicas del acontecimiento.
Sí acontecimiento. Muchos son los eventos de gran altura musical que se han producido en Cabra desde que mis recuerdos alcanzan, pero en música de Semana Santa, creo que este ha sido el mayor. Las sensaciones que yo les puedo transmitir como antes digo no son las del especialista, que no lo soy, sino las de un simple espectador, y dentro de ellas lo que más me toca el alma fue la interpretación de “Martirio”. Para el más lego en música quedó patente que el primoroso montaje de esta marcha estaba muy lejos de una interpretación de compromiso de un tema local para hacer un brindis al sol.
La Banda de Música de Cabra, desde que esta obra fue compuesta allá por el año 67 o 68 del pasado siglo siempre la ha tenido en su repertorio. La Banda no ha sido ajena a los vaivenes de la fortuna, y ha cambiado según estos vaivenes, desde el director, hasta parte de su nombre, desde Municipal hasta la actual SIM pero “Martirio”, siempre se ha mantenido. A pesar de las excelencias de nuestra Banda, que mantiene un alto nivel de calidad sean cuales sean las renovaciones en su plantilla, -y como les pasa a las bandas fieles a su pueblo y a sus cofradías-, no ha tenido la ocasión, en forma de acompañamientos continuados, de mostrar esta y otras joyas de nuestra Semana Santa en cortejos procesionales de semanas santas importantes, Málaga, Córdoba, Sevilla…, teniendo calidad para hacerlo. Pero me da la impresión que si por los condicionantes expuestos “Martirio” no ha ocupado el lugar que le pertenece dentro de la música semanasantera, esto va a cambiar. Nadie hace una versión tan completa y comprometida de una obra para después sepultarla en el cajón de las partituras. Tejera ha trabajado esta marcha mucho y bien, y estoy seguro de que va a hacerla sonar.
Esto me produce una gran alegría, mis padres muy unidos a la familia Rodríguez, y consecuentemente a su rama más numerosa la Moreno Rodríguez, estarán hoy celebrándolo con el maestro en el cielo. Puede que en casa de Santa Cecilia.
Siempre recordaré cuando mi padre me preguntó delante de Pepe Rodríguez ¿te gustaría aprender música?, ante mi respuesta afirmativa quedaron de acuerdo en los horarios, y dos veces por semana aparecía yo a las siete y media por el Centro. El maestro encargó mis primeros pasos musicales a una persona muy responsable, de quien no recuerdo el nombre, todo el mundo lo nombraba por el mote, del que si me acuerdo, y aunque no era para nada ofensivo lo callo por respeto. Mis ilusiones infantiles pronto se desinflaron y de verme en mis deseos tocando el contrabajo, a la dura realidad del solfeo, mi afición cayó en picado, no pasé del dodó, rerré.
Comentaba con unas sobrinas del Maestro Rodríguez, la feliz coincidencia de que la persona que había dirigido el concierto fuera un músico de edad y que al igual que él prácticamente no hubiera abierto las partituras, solamente lo hizo con “Martirio” y “La Cruz Parroquial”, el resto del repertorio lo tenía hasta la última nota en la cabeza.
Un apunte final, siempre recordaré al Maestro Rodríguez dirigiendo la banda en las corridas de toros, sentado en la barandilla en una silla puesta de medio lado, mirando hacia la presidencia, la batuta en la mano y sin perderse nada de lo que sucedía en el ruedo. Así levantaba su mano y dirigía. Creo que de forma implícita la presidencia daba por bueno que siempre que el Maestro hacia sonar la banda, o cuando la mandaba callar, es porque tenía razón
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