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Dos formas de un solo adiós.
28.06.12 - Escrito por: Eduardo Muñoz Villén
 "Y aunque negado mantengo/ la esperanza viva de un regreso/ temprano, como acostumbro/ recorro solitario los caminos/ del espíritu al corazón." Versos muy antiguos que se me vienen a la cabeza cuando toca marchar. Pocos tienen la oportunidad de despedirse para siempre del mismo sitio en dos ocasiones. Yo soy uno de esos afortunados o desgraciados, no se sabe. Ya me fui y despedí de Cabra en estas mismas páginas tras el curso 2002-2003 (I.E.S. Aguilar y Eslava). Después de seis años académicos en el Instituto Felipe Solís de nuevo toca despedirse para siempre.
Dejaré el paisaje
que en mis ojos vive.
Antonio Serrano
En aquel texto trataba de esclarecer la distinción entre el paisaje "real" y el paisaje vivido para, poco a poco, al ir alejándome del lugar que para siempre perviviría en mis ojos, anunciaba su constancia en mí en un instintivo recuerdo. Ahora debo aspirar por última vez el aire que me ha hecho vivir durante todos estos cursos. El espacio que crea ambiente, los sentidos y sus reflejos que me acompañarán cuando me marche. Cabra es el marco, mi existencia el aliento vital de una nueva esperanza que continúa de manera totalmente distinta. Seis años son muchos o pocos, según se mire: muchos porque he quedado impregnado para siempre de la vida de este lugar, pocos porque nunca he llegado a ser como vosotros. Cabra es más que un lugar, ahora será un recuerdo vivido cuando, más allá pero no tan lejos de "la tierra y el olivo", junto al mar, recuerde estos lugares. Los sitios se dejan pero no se olvidan, los lugares se abandonan pero viven y continúan existiendo en los recodos más ocultos del alma. Crear espacios es una de las mejores experiencias de la vida. Permiten viajar sin moverse de casa. Esa es la gran cualidad del lugar: abrir nuevos espacios de experiencia en nosotros. Así, cuando llega la nostalgia de la lejanía, puedes volver a aquellos lugares ocultos del ser que piensa y vive.
Desde hace días, cuando comenzó "la ceremonia del adiós" empecé a rememorar de manera intensa los momentos más importantes de mi estancia entre vosotros. El balance es del todo positivo a pesar de los momentos tristes y difíciles. Supongo que la intensidad de esos instantes alegres y penosos algún día volverán cuando esté lejos de aquí. Por eso siempre he pensado que el tiempo domina sobre el espacio. Las emociones y sentimientos son del tiempo y de sustancia vital, extraídos del lugar que algún día ocuparon. El ser humano es un ser de intensidades vividas, de experiencias que forman nuestro bagaje. Somos historia, somos los únicos seres vivos hechos de tiempo y memoria. Lo dijeron ya tantos filósofos y poetas.... Pero no está de más recordar nuestra naturaleza, cuando las despedidas para siempre son el inicio de la vida recordada, mientras permanecemos atentos a nuestros recuerdos. El adiós es un comienzo, otra forma de pervivencia en el tiempo del alma. Lo mejor de los que alguna vez nos amaron y marchan para siempre queda aquí, con nosotros y con la intensidad total que la inmaterialidad da. La metafísica sobre la física, que dirían tantos. Poesía melancólica para otros. Pero yo digo, ¿acaso no lo experimentamos así? No lo sé.
Las últimas palabras son para los que realmente han dado sentido a mi estancia en Cabra: mis alumnas y alumnos, todos sin excepción. Pocas cosas debéis recordar de la Filosofía que os enseñé. Con ellas, bien los sabéis, os enseñé mi vida y parece que aprendisteis a mirar la vuestra de otra manera. Eso está bien. Lo recordaréis cuando vuestra existencia exija de una reflexión más allá de su condición plana y monocromática. Todo lo demás olvidadlo porque ya cumplió su función de formar la capacidad crítica y reflexiva muy necesaria para los tiempos que vivimos. La vida es paisaje, recordar a Ortega y Gasset. Depende de vuestro punto de vista saber mirarlo, entenderlo o interpretarlo, como Nietzsche. Que la vida no pase de largo porque como diría el viejo Platón, "una vida sin reflexión no merece ser vivida". Gracias por vuestra paciencia y perdón por todo aquello de vosotros que no supe entender. Y, tal como me dijeron a mí una vez, mucha suerte en la vida.
Dos formas de un solo adiós: aquel que se dice, aquel que queda en la intimidad y el recuerdo. Dos formas para despedirse de una sola vez. A todos, gracias. Adiós.
Cabra, junio de 2012
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