|
Las becas
08.02.13 - Escrito por: Araceli Granados Sancho
«No anhelo quedar recostado en un túmulo regio una vez haya muerto;
quisiera gozar cualquier bien mientras vivo.
Tapices y zarzas ofrecen igual cobertor a un cadáver.
La madera le resulta a la vez algo duro y mullido.»
Teognis de Megara, siglo VI a V a.C.
Uno sólo sabe de su gremio y, al estar tan especializados, somos más frágiles, porque nos cuesta comprender los campos del conocimiento que no son nuestra profesión y, a veces, este alejamiento nos sume en el desprecio (para qué sirve la filosofía, y la historia, y las matemáticas puras, y la música, la fontanería...).
Hemos perdido estos días pasados una herramienta para aprender, ser más válidos, más competitivos, más personas... No hay partida presupuestaria para las becas Séneca del próximo año y las Erasmus han quedado desvalijadas. Se dice, que es un mal menor, porque el presupuesto irá para las becas de carácter general, que se entiende serán más abundantes, no habiendo tanto presupuesto para las casi difuntas, a las que dedico estas líneas.
Yo quiero creer en los ajustes justificados, pero cada vez me cuesta más. Mi sensibilidad hacia lo que, desde pequeña, nunca fue abundante en mi casa (la cultura), me hace pensar estos días lo mucho que estamos perdiendo al no velar por él. Tener la oportunidad de vivir en otro sitio que no es tu entorno inmediato, y no digamos si te trasladas a otra cultura y a otra lengua, supone el mejor medio para abrir tu mente y aprender lo otro y conocer al otro.
Esto te permite comparar; y tu lugar de origen, o tu país o tu lengua o tu comida... empezarán a parecerte mejores o peores. Estas experiencias te transforman y nunca vuelves a ser el mismo. En tu mochila cargas los nuevos recursos que aprendiste para cocinar, para cuidar de tu salud, para trabajar, para comprenderte a ti mismo y a los demás. Puede que conozcas a gente que viva la religión de forma diferente, con expectativas distintas sobre el futuro o con una forma de organizar su economía nada que ver con lo que tus padres te enseñaron. Hasta aquí, en nuestro entorno, puedes comprobar las bondades de lo ajeno cuando compartes tiempo con gente foránea y te enseñan sus costumbres o su lengua y eres un poco otro en tu propio lugar de origen.
En los tiempos que vienen, donde España no será un lugar para quedarse para todo el mundo, estas becas suponían, junto con la ayuda de la familia, la primera oportunidad, tal vez, de cualquier chaval para despegarse de su hogar y volar más lejos.
Si en realidad el país pudiera aprovechar en los años siguiente sus recursos humanos y no lanzarlos como un vómito fuera de las fronteras, todo lo que conlleve el desarrollo de los mejores debiera perpetuarse. Pero da la impresión de que en lo que se piensa es en salir adelante a costa de lo que sea o de quienes sea. Indudablemente la prioridad la debe tener la educación que los alumnos reciben en lugares próximos a sus domicilios, pero ¿no habría otra manera de organizar los recursos para que no necesitaros romper con los instrumentos de enriquecimiento humano? Ver más allá de tu calle o de tu ciudad o de tu país permite, comprender a veces la necesidad de cambio y de mejora individual o colectiva.
|
|
|
|
|
|