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El Credo egabrense
22.03.13 - Escrito por: Ismael Ruiz
Creo en un solo Dios, Padre Todopoderoso, en mi tierra veintidós veces representado, creador del cielo, de Cabra y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un sólo Señor Jesucristo, Nuestro Padre Jesús de las Penas, hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios, luz de luz. Dios verdadero, de Dios verdadero. Engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre. Por quien la Asunción fue hecha, que por nosotros los egabrenses y por nuestra salvación, bajó del cielo, y cada Martes Santo desde Gargallo a Cabra para traernos la Paz, y por obra del Espíritu Santo (ese mismo que lleva a los egabrenses en Mayo hasta Almonte a las plantas de la Virgen del Rocío), se encarnó de María, la Virgen de la Soledad, y se hizo hombre, y por nuestra causa fue crucificado en lo más alto del Calvario, junto a la Concepción, allá por tiempos de Poncio Pilato, expirando en el patio de Termens, después de entrar Triunfal por el barrio de San Agustín.
Padeció, fue azotado a la Columna el Jueves Santo, y finalmente tras ser bajada su Alma, de la cruz, por José de Arimatea y Nicodemo, se trasladó al sepulcro, con la ilusión de la fragua, y fue sepultado bajo un cielo de estrellas de plata, y resucitó al tercer día en Santo Domingo, según las escrituras. Y subió al cielo, y está sentado a la derecha del padre, y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que quiso dar a Cabra a la Virgen de la Sierra, y que junto al Padre y al Hijo reciben una misma adoración y gloria, y que habló con los profetas, tocando más tarde a San Rodrigo, para que hiciera de Cabra una ciudad santa.
Creo en la Iglesia, que es un barco, santo, católico y apostólico, bajo la atención y cuidado de Francisco. Confieso que solo hay un bautismo para el perdón de los pecados, los mismos que Cristo nos perdona en la madrugá del Sábado Santo. Espero la resurrección de los muertos, y una vida en el mundo futuro, siempre con la condición de que sea bajo tu tierna mirada, como la que cada día me regalas en San Juan Bautista del Cerro. Amén.
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