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La profesión olvidada
03.05.13 - Escrito por: Araceli Granados Sancho
Los hijos son las anclas que atan a la vida a sus madres.
Sófocles, trágico griego.
Hace unos días escuché a alguien decirme que aconsejaba a su hija, que ya va estando más crecida, no tener hijos porque es un sacrificio continuo, sin interrupción, hasta el final. Es esta una decisión tan personal, que algunos tienen varios y otros quedan al margen de esta aventura peligrosa y satisfactoria, como todo lo que es empresa de gran esfuerzo en nuestra vida.
Son muchas las apreciaciones que uno oye sobre ser madre. Alguien viejo que nunca pudo tener hijos me dijo: «Oigo a las mujeres decir "mis hijos son lo más importante que yo he hecho en mi vida"». Otra madre, frustrada por la falta de posibilidades laborales (a pesar de su brillantez) me comentaba que ver crecer a su hijo y observar sus progresos es para ella un bálsamo en la situación actual.
Pero en nuestra cultura criar es muy complicado para las mujeres y habitualmente observo que muchas dejan o reducen sus esfuerzos profesionales en la época más productiva de sus vidas. Y es tener hijos lo que nos aparta, en muchas ocasiones, de situarnos en los puestos de más responsabilidad en las empresas. Esta situación, que es la viva expresión del amor y no sólo a los hijos, es muchas veces frustrante, con el tiempo, para la mujer que eligió la prioridad de la familia, y que casi nadie le reconoce que es una condición sine qua non para que el sistema que produce lo contable siga su desarrollo hacia adelante.
Las madres lo son ahora muy mayores, porque han descubierto otras dimensiones de sus propias vidas, pero la naturaleza llama casi siempre a la puerta y muchas terminan teniendo al menos uno, para realizar esta obra que, en algunos casos, se convierte en faraónica. Pero de todo se sale, dicen los padres, y cuando ves la pérdida del hijo (en la madre, especialmente) comprendes la mutilación que supone, porque pareciera, observando a las madres, que los hijos fueran extremidades de su propio cuerpo, pero ingenerables cuando se pierden, insustituibles por otro nuevo hijo.
En este día de celebración, podemos dar gracias a nuestras madres por lo que llegan a hacer de forma natural, ya que también hay madres que no lo hacen, que parecen enfermas. Tu madre siempre te da lo que cree mejor para ti, sea un Ferrari o un trozo de pan con salchichón. Tu madre no soporta tu sufrimiento y lo quisiera para ella; y se desvela por la noche y llora por el día si sabe que algo malo está acechándote. Nunca estás solo si ella está viva. Tu madre se regenera y se convierte en una nueva madre cuando le das un nieto. Tu madre expresa lo que siente por ti cuando te dice: «Quisiera que tuvieras al menos un hijo, para que comprobaras lo que yo he hecho por ti».
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