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¿Cuándo dejará España de ser tan cainita?
17.06.13 - Escrito por: Antonio Fernández Álvarez
La conversación entre los cuñados empezaba a subir de tono tanto que ya era audible fuera del comedor donde celebraban la comida familiar, siempre solía ocurrir igual cuando hablaban de política, había un pacto no escrito para que no se hablara pero siempre los acontecimientos o alguna destacada noticia en prensa llevaba a esos derroteros que luego siempre lamentaban.
David: -La cosa es mucho más simple, Se trata de sentido del humor, de reírse de las cosas y de tomarse la vida con filosofía. Es lo único que tú y los tuyos no nos vais a poder quitar, la dignidad y el sentido del humor.-
Pedro: -No sabía que yo tuviera tanto poder como para quitar las dignidad y el sentido del humor a nadie, y menos los míos, "en sentido posesivo de míos entiendo a mi familia", los demás son afines, comunes, un punto de contacto como una tangente.-
David: -Estáis llevando a este país a un grado de indignación y de miseria sin precedentes. La frustración y el desamparo de la gente de la calle es tan grande que difícilmente os haréis perdonar tanta iniquidad. Cuando me refiero a los tuyos, me refiero a aquellos con quienes simpatizas, con quienes te fotografías, aquellos de cuyos actos te haces cómplice por tu pasividad interesada.
Estimado David, replicó, Pedro.
David: -Lo de "estimado" sobra, no me va nada la hipocresía
Pedro: -No es hipocresía en estimado, estimo a toda persona o ente, que se digna a hablar conmigo, y tú además eres de mi familia.
David: -Pues lo siento mucho. yo, como bien sabes, soy mucho más mirado a la hora de repartir mis afectos.
Pedro: -Hablas de fotografías, la gran diferencia cuando yo digo una cosa y tu la contraria o la misma si alguna vez coincidimos, es que yo lo hago dando la cara con errores o aciertos, con mi verdad o mi mentira. Tú sabrás porque te escondes.
David: -Y tú sabrás por qué tú y "los tuyos" tenéis tanto afán y tanto interés por todo lo que pienso, digo o hago. No se por qué será, pero esa obsesión me recuerda a otros tiempos y otros regímenes felizmente superados. Al final, siempre se os ve el plumero.
Pedro: -Lo que hagas, lo que pienses y lo que digas, no creas que importa a nadie, salvo a ti mismo no te creas el ombligo del mundo. Es verdad, que mi última foto con miembros del partido político que simpatizo, y que otro momento de mi vida, apoyé, parece que os ha producido sarpullido, a ti, por tu comentario de ahora y a tu hermano Carlos, que días pasados me paró y está dispuesto a salvarme la vida según sus propias palabras y abrirme los ojos para que deje ser un pobre y derechas ya que según él tengo la navaja en el cuello.
Cuando hablemos, discrepa por mis comentarios, por mi modo de enfocar el comentario principal, yo no soy ningún borrego que sigue a nadie, puedo, quiero y simpatizo con la opción política que me da la gana, eso es lo que aprendí cuando tenía 14 años y me reunía clandestinamente cuando los partidos políticos estaban prohibidos en este país. Y de eso es de lo que te hablo y quiero hablar en general, tu opinión es tan válida como la mía, puede ser discrepante, pero es lo que nos hace libres, que tú puedas opinar igual o contrario a mí y viceversa. Pero a estas altura deberías saber que ni en aquella época ni ahora, estoy dispuesto a hacer genuflexiones, como tantos hicisteis y bien habéis rentabilizado, como tú, trabajando en SAS, y no quiero seguir por aquí, porque el pasado me hizo estar donde me hallo, y no critico a quien se venda porque venderse no es ruin. Si lo es que algunos desconozcan su precio.
David quiso protestar este último había sido un golpe bajo pero para entonces, Pedro ya se había marchado del comedor, esbozando una amarga sonrisa y en su mente la imagen del cuadro de Goya, dos gañanes enterrados hasta la corvas, matándose a garrotazos.
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