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Desde los Miradores...especial Septiembre
06.09.13 - Escrito por: Rafael Valentín Villar-Moreno
«El día cuatro de septiembre Cabra se viste de gala...». Esta estrofa de las conocidas sevillanas me da pie para analizar este hermoso día.
Resulta evidente la movilización ciudadana que la «bajá» concita. Miles de personas subieron al Santuario, los autobuses se ocuparon a tope, los coches particulares agotaron las cada vez más escasas opciones de subir al picacho que tienen. Y como es tradicional muchas personas utilizaron la subida en el coche de San Fernando, y además una numerosa minoría lo hizo sobre cabalgaduras, o sea que entusiasmo sobró.
Hasta aquí todo magnífico, y dentro de las cosas positivas, no lo es menos la cordura de la Archicofradía y de la Hermandad de San Rodrigo, de salir con la Veneranda Imagen en cuanto se pudo: las cuatro menos cinco, este pequeño detalle, junto al buen estado que este año ofrecía un recién arreglado tramo del camino, que normalmente está surcado por las huellas de las correntías del agua de las lluvias, hicieron que el paso de la Señora por las calles de la Barriada fuera más pausado para disfrute de todos y de manera especial de las personas mayores.
A partir de aquí, creo honradamente que hay cosas que se pueden y se deben replantear. Ya están lejanos los tiempos en que la Virgen entraba a las ocho y media, y a las diez había festejo nocturno en la plaza de toros. La actual hora de entrada, más que justificada por la mayor extensión del casco urbano, debería hacer pensar a quienes correspondan si no ha llegado la hora de cambiar el orden de la comitiva. La Avenida de José Solís está desaprovechada desde las ocho de la tarde, hasta las diez y cuarto en que toma posiciones la Escuadra de Gastadores de Royal Regiment of Lancers Coronation of Thorns, con base en Campillos. Tiempo este en que las carrozas y sus componentes están aparcadas en ignotos desiertos. Digo yo que no sería ningún disparate que durante ese tiempo las carrozas hicieran su desfile, en beneficio de los egabrenses y de los forasteros que nos visitan. La verdad es que las carrozas no son un prodigio de creatividad, la juventud va a lo suyo, y el noventa por ciento largo del cortejo se compone de cajones forrados de flores de papel. Pero queda ese diez por ciento que se lo han trabajado y cuyo esfuerzo y posible acierto quedan inéditos.
La necesidad de darle un arreglo al tema de las carrozas es evidente, y no necesita hacer encuestas. ¡Qué mayor encuesta que ver como la gente en cuanto pasa la Virgen, se van a otros sitios sin pensárselo dos veces!, en tiempos pretéritos las carrozas abrían el desfile, y la de Reina de las Fiestas iba la última, ahora va la primera con razón ¿se imaginan ustedes a la reina y corte pasando cerca de la una de la madrugada por una avenida casi desierta? También se puede no hacer nada y que el festejo se siga desgradando.
No descubro nada si digo que estamos en crisis, ¿pero no se podría haber sido un poquito más generosos, o menos «agarraos» con los cohetes de la entrada. Del alumbrado ni hablo.
Por hoy aquí me planto, «Desde los Miradores», no se ha tomado vacaciones, y además estamos en feria. A mis lectores les queda el consuelo de que lo malo si breve mucho mejor. En octubre ya hablaremos del gobierno.
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