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Aguilar y Cabrerizo han resucitado la pieza que los fundadores de La Codorniz estrenaron en los años cuarenta al doblar con su humor absurdo una opereta austriaca. Santiago Aguilar es director, guionista y documentalista, además de ganador de un premio Goya a la dirección novel por "Justino, un asesino de la tercera edad" (1994); Felipe Cabrerizo es historiador cinematográfico, programador del Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes de Madrid y responsable del programa radiofónico "Psycho Beat!", ambos nos actualizan este "experimento desopilante" de Tono y Mihura creado en plena posguerra española para dotar de un sentido completamente nuevo y profundamente transgresor dicha opereta austriaca.
De La Codorniz se decía que era la revista más audaz para el lector más inteligente (una ventaja contra los censores franquistas), aunque se tenía que estar al tanto de todo lo que sucedía en el país, y abrir algún sentido más, para que su lectura provocara la sonrisa, la risa o la carcajada. No estuve en la reciente proyección de "Un bigote para dos" en la Filmoteca Española (Cine Doré) en Madrid ni en la Filmoteca de Andalucía en Córdoba, pero si he sido uno de los privilegiados espectadores que asistió a la proyección programada por el Certamen de Creación Audiovisual de Cabra en el Cinestudio Municipal, compartiendo la risa, la sonrisa y la carcajada con el público. Santiago Aguilar, en la presentación, nos daría algunas de la claves a tener en cuenta a la hora de ver el celuloide, y para que admitiésemos que es "la película de gracia estúpida, que es la gracia mayor de todas las gracias". Posteriormente, en el coloquio, todos los resortes del inteligente humor de Tono y Mihura fueron desactivados por un entusiasta Santiago, contándonos sus descubrimientos y estudio, junto a Felipe Cabrerizo, de este disparate cinematográfico.
Los del Certamen escribían en las redes sociales: ¡Hemos salido de la proyección de "Un bigote para dos" con ganas de patatas fritas! Mil risas gracias a Bandaàparte Editores y Santiago Aguilar. La verdad es que en esto ?de "sí, sí, patatas fritas sí" nada es lo que parece ni aquello a lo que se asemeja. Aguilar y Cabrerizo aclaran que los ramos de flores, que en la película vienesa son objeto de intercambio amoroso y tributo a la belleza, se convierten por obra y gracia del diálogo de Tono y Mihura en deliciosas patatas fritas:
- ¡Patatas fritas a la inglesa! ¿Quiere patatas?
- Deme usted cinco céntimos de patatas.
(Lilí toma el ramo de flores y corre al encuentro de don Enriqueto)
- ¿Son para mí... o son para usted?
- Para usted.
- ¿Las ha frito en su casa?
- Claro.
- Qué ricas son... (mientras huele el ramito)
- Gracias.
- ¿Lleva usted más en la carpeta?...
No solo don Enriqueto defiende la bondad de este alimento. En otro diálogo el apuntador dice: "Las patatas, / las patatas fritas son / lo mejor que hay / para el corazón. / Las patatas / tienen vitaminas C / vitaminas D / y salchichón", respondiendo don Enriqueto: "Las patatas fritas son un riñón", o alegando Manolita (que después tendrá voz de niña): "Si come usted patatas / tendrá sarampión, / tendrá una indigestión, / tendrá un acordeón. / En cambio, la merluza / es lo mejor que hay. / Me lo ha dicho en secreto / el doctor Carlos Gray". En fin, unos diálogos estúpidos como son anunciados... ¿o no tan estúpidos?
Si bien "Un bigote para dos" se divulgaba como disparatada, después de visionarla compartimos lo publicado en su día por Jacinto Miquelarena, creyendo "sinceramente que se trata de algo mucho más ambicioso. Estamos en un experimento elemental, en un balbuceo de ensayo, que puede llevar al cinematógrafo muy lejos, por una ruta nueva". La cuestión es que uno sale de la sala con la sensación de que algunas de estas cosas las hemos presenciado en Gila o en Tip y Coll.
Comentaba en su crítica Miquelarena que los actores y actrices de la versión original no deberían enfadarse si se ha experimentado a su costa y con un relativo desdoro de su vanidad profesional, añadiendo que "la palabra es tan importante que puede modificar cualquier cosa e invertir a su antojo los momentos de emoción o los momentos burlescos". La cinta original es "Unsterbliche Melodien" (Melodías inmortales, 1935), producida por Tassul-Film (Viena), dirigida por Heinz Paul e interpretada por Alfred Kunz en el papel de Johann Strauss II.
Una cita de Miguel Mihura aparece en la primera página del ensayo que descubre la personalidad del humorista y escritor: "Durante seis años me dediqué al doblaje de películas, que era una labor anónima, y dejé mis artículos y mis dibujos, que me daban más popularidad, pero menos dinero. Yo lo que quiero es estar cómodo, dormir la siesta y que me dejen tranquilo".
El próximo día 30 de septiembre "Un bigote para dos" se presenta en la Filmoteca de Valencia, en la sala Luis G. Berlanga, así como el libro de Aguilar y Cabrerizo editado por Bandaàparte Editores en el que se explica la apasionante historia que ha habido en la reconstrucción filológica de un trabajo de Tono y Mihura del que el propio Berlanga confesaba que era uno de los títulos por los que profesaba una más larga admiración. En la actualidad, el filme mantiene intacta su hilaridad.
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