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El humor todo lo puede. Esa es la máxima que defiende el doctor Luis Gutiérrez Rojas, quien considera que es muy bueno aprender a reírnos de nosotros mismos, restando importancia a las dificultades por las que pasamos. Califica a la sociedad actual como «descerebrada», en la que el deseo supera a la razón.
La conferencia tendrá lugar en el Cinestudio Municipal y esta segunda de las ponencias incluidas en el programa de Escuela de Familias, contará con la presencia del psiquiatra granadino. La ponencia se basará en el uso del humor como método educativo contando con la colaboración del CEP Priego-Montilla.
En declaraciones a Diario de Jaén, el psiquiatra Luis Gutiérrez Rojas respondía a estas preguntas.
- ¿Cómo responde a la pregunta que plantea en la conferencia?
- Planteamos cómo poner límite a los niños y pautas educativas utilizando el sentido del humor. Creo que la educación genera, a veces, mucha violencia, estamos muy estresados y creemos que no hacemos lo suficiente. Se trata de hacerlo desde un punto de vista positivo, intentando introducir la motivación y la tranquilidad.
- Pero, ¿dónde está el límite?
- Depende del tema. Los niños dramatizan mucho y todo es trágico para ellos. Y, a no ser que sea un tema gordo, creo que utilizar el humor significa reírnos con esa persona, hacerle ver que las cosas que le hacen sufrir no tienen tanta importancia y afrontar las cosas con entereza. No se trata de contar chistes, sino de introducir un elemento de desahogo por medio de un humor sano.
- ¿Cree que en esta generación de padres hay demasiada sobreprotección hacia los hijos?
- Primero, hay una tasa de natalidad mucho más baja que antes y ahora las familias no llegan ni a tener dos hijos. Y eso influye mucho, pues el niño tiene menos capacidad de relacionarse, de forma que es más egoísta pues está acostumbrado a no compartir. Tiene de todo, sus gustos empiezan a ser dogmas de fe, se les escucha demasiado... Al final, el niño está en una posición que no le corresponde, pues no puede estar mandando y los mayores no pueden estar escuchando su opinión y lo que quiere. Luego, cuando se enfrenta a la sociedad actual, tiene una realidad muy estresante y muy exigente. Y este niño, que ha tenido poca comunicación y acostumbrado a que lo tengan en cuenta, sale al mundo y muere en combate. Y es cuando llegan las crisis personales, las afectivas las dificultades laborales..., pues no está acostumbrado a que le exijan, ni, incluso, a que le falten el respeto. Curiosamente, los padres queriendo lo mejor para sus hijos generan un individuo que es, por desgracia, psicológicamente más débil.
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