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Libro de punto donde se firman las misas aplicadas por el licenciado D. Luis de Aguilar y Eslava, fundador del Colegio (1857 a 1873)

20.11.17 - Escrito por: Antonio Suárez Cabello / Archivo Histórico de la Fundación Aguilar y Eslava

D. Luis de Aguilar y Eslava ordenó en su testamento, además de la fundación con su patrimonio personal de un Colegio, la celebración de una serie de misas aplicadas por su alma: "Mando que el día de mi entierro y si no el siguiente se diga por mi ánima misas de réquiem cantadas por los curas y comunidades con vigilia y oficio solemne en la forma acostumbrada en semejantes entierros en dicha villa".

Asimismo, mandó que se dijeran por su ánima todas las misas de cuerpo presente posibles por los sacerdotes, clérigos y religiosos que asistieren a su entierro. También dejó escrito en su última voluntad lo que sigue: "Mando digan por mi ánima diez mil misas de lo que la Iglesia rezare, las cuales se digan en esta forma: Cuatro mil en la Iglesia Parroquial de la dicha villa de Cabra, quinientas en el convento de Santo Domingo, otras quinientas en el del Señor San Francisco de Paula por los religiosos de dichos conventos y las cinco mil restantes las den a decir mis albaceas a conventos y colegios pobres, así en la villa de Cabra como fuera de ella a disposición y voluntad sobre que encargo la conciencia".

Igualmente pidió a sus albaceas el cuidar "que se digan las dichas misas luego que ya fallezca sin dilación, y si en la dicha Iglesia parroquial de Cabra y colecturía de ella hubiere otros testamentos antes de este, los dichos mis albaceas pujen en la limosna de dichas misas, que se han de decir por colecturía, un cuarto a cada una, y si otra persona pujare los dichos mis albaceas vayan pujando de dos en dos maravedises hasta dar de limosna por cada una de las dichas cuatro mil misas dos reales y medio de vellón demás de los dichos de colecturía, las cuales dichas pujas se paguen de mis bienes".

Hemos tenido la oportunidad de examinar el "Análisis de una defunción en los siglos XVII-XVIII a través de las anotaciones contables que realizaba el colector parroquial", un estudio de Mercedes Calvo, Candelaria Castro y Sonia Granado (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria). Hay que tener en cuenta, dicen, que en la mentalidad de la época se pensaba que el alma del difunto iba al purgatorio para expiar sus penas y la estancia en este lugar era más breve si desde la tierra se estaban celebrado misas en nombre del difunto".

La celebración de las citadas misas resultó ser una importante fuente de ingresos para la parroquia, considerándose, como manifiestan en su trabajo las autoras, "un acto supremo de piedad religiosa, cargado de una densa significación redentora, que perseguía, como objetivo último, la salvación eterna del donante".

Esta figura del colector parroquial surge, por tanto, ante la necesidad de fiscalizar la celebración de las misas. La costumbre era mandar el mayor número posible para salvar el alma del difunto, así lo manifiesta el testamento de D. Luis de Aguilar y Eslava. El colector, clérigo o seglar, era el que estaba legitimado para exigir "el cumplimiento de las cargas espirituales que se había detallado en los testamentos", e incluso estaba facultado para llevar a cabo las diligencias judiciales necesarias al objeto de la segura cobranza, quedando obligado a remitir información al prelado de la diócesis sobre la relación de misas. La mencionada figura se regulaba en las constituciones sinodales.

En el libro se registraba el nombre del difunto y las obligaciones de celebrar las misas: número, día y tipo de misa (cantada o rezada), y lo firmaba el clérigo en presencia del colector, para dejar constancia del puntual cumplimiento de la carga espiritual. En el estudio aludido clasifican las funciones del colector parroquial, que eran remuneradas, en tres:

1) "Administración, de las cantidades asignadas por los difuntos en los testamentos, al ser el encargado de recolectar todas las limosnas por las misas y entregarlas a los sacerdotes que las hubiesen celebrado". 2) "Control, de la efectiva aplicación de las cargas espirituales impuestas". 3) "Descargo posterior ante el prelado de la diócesis en su visita pastoral".

Se recoge en el trabajo que el mencionado prelado, cuando iba de visita pastoral a la institución parroquial, debía efectuar un riguroso examen de los distintos libros parroquiales, destacando en esta responsabilidad la inspección de los libros del colector. Por tanto, subrayan, pedía el libro para verificar que el testamento estaba cumplido y las misas celebradas, anotando en el mismo que había sido visitado, así como las anomalías encontradas, comprometiéndose por su parte el colector a subsanarlas en un breve espacio de tiempo.

En el Archivo Histórico de la Fundación, en el fondo correspondiente a la documentación de las Escuelas de la Obra Pía, existe un voluminoso libro, encuadernado en pergamino, en cuya portada pone: COLECTURÍA, y en el primer folio: "Libro donde se firman las misas que mandó decir diariamente el presbítero Don Gil Alejandro Vida, fundador de las Escuelas Pías en esta villa de Cabra, cuyas misas dieron principio en primero del mes de septiembre del año de 1763, con arreglo a su última voluntad. Roguemos a Dios por el alma de este difunto".

De este volumen, y de la vinculación de las Escuelas de la Obra Pía a la Fundación, nos ocuparemos en otra ocasión. Hoy lo hacemos, como DOCUMENTO DEL MES, del "Libro de punto" donde se rubricaban las misas aplicadas por el licenciado Don Luis de Aguilar y Eslava, fundador del Colegio, en la capilla del Instituto. La encuadernación tiene impreso en su lomo el número 100, que corresponde a los folios de los que consta el ejemplar. En la portada leemos: "Libro de punto, del Instituto-Colegio de Cabra". En el primer folio se manuscribe: "Libro donde se firman las misas aplicadas por el licenciado D. Luis de Aguilar y Eslava, presbítero, fundador del Colegio de esta ciudad de Cabra. Da principio en 29 de noviembre de 1857". El cuadrante, a ambas caras del folio, está confeccionado de forma manual y finalizan las firmas el 31 de diciembre de 1873. Observamos que en Semana Santa no se ofrecen misas los jueves, viernes y sábados.

En las Constituciones de la entidad (10 de abril de 1700) se declara, en el apartado del Rector, en el punto 5, que éste tiene la obligación de decir misa todos los días por la intención del Sr. Fundador, "y se dirán en la capilla del Colegio para que todos los colegiales la oigan a la hora y como se dirá en la Constitución de los Ejercicio Espirituales del Colegio, y si por indisposición no pudieren celebrar la misa el Rector dará noticia a los Sres. Patrono y Superintendentes para que den providencia de forma que no falte, y si muriere algún colegial dentro del Colegio aplicará por su alma doce misas".

ARCHIVO HISTÓRICO DE LA FUNDACIÓN AGUILAR Y ESLAVA
Documento del Mes:

1857-1873
100 folios

"Libro de punto, del Instituto-Colegio de Cabra".
Libro donde se firman las misas aplicadas por el licenciado D. Luis de Aguilar y Eslava, presbítero, fundador del Colegio de esta ciudad de Cabra. Da principio en 29 de noviembre de 1857 y finaliza el 31 de diciembre de 1873.

El cuadrante, a ambas caras del folio, está confeccionado de forma manual.
Enc. cart. forrado de papel, lomo en cuero.

Sig. Top.: SCA.L51.E5.

[DM.201711.asc]

Bibliografía:

Vargas y Alcalde, Manuel, Reseña histórica del Real Colegio de Estudios Mayores de la Purísima Concepción, fundado en Cabra por el Licenciado don Luis de Aguilar y Eslava, Pbro., y de su Instituto Provincial de Segunda Enseñanza de la misma Ciudad, Sevilla, 1879, 244 p.

Rubio Sánchez, María Soledad, Historia del Real Colegio de Estudios Mayores de la Purísima Concepción de Cabra (Córdoba). 1679-1847, Universidad de Sevilla, Sevilla, 1970, 303 p.

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